Si se puede hablar de original es porque existe la posibilidad de ser falsos y vivir en la mentira, en la impostura. Ocultar el propio rostro y mostrar una careta.
La originalidad absoluta es la persona originada por un Origen, que según las creencias de cada persona puede ser un ser supremo, ser increado, providencia, Dios, deidad, divinidad, Gaia, energía universal, Amor infinito, Inteligencia Omnipotente, la Nada o sencillamente un “misterio”, que sería el caso de quienes se consideran agnósticos.
La originalidad absoluta de una persona es lo que es la persona desde su origen y lo despliega con libertad y responsabilidad. La originalidad relativa es la diferencia de la persona con relación a su entorno de iguales.
La originalidad absoluta no es algo interno y la relativa algo externo a la persona, sino que la persona es original de forma absoluta y lo manifiesta de forma relativa.
La originalidad no es la motivación interna que nos impulsa a hacer, sino una motivación original de la que, sin saberlo participamos.
El devenir del cosmos es una continua manifestación de originalidad cósmica que se genera de forma necesaria por las leyes de la naturaleza,
En los seres inorgánicos, la originalidad se presenta al instante de forma plena. Por ejemplo, una piedra como ser inorgánico, manifiesta plenamente su originalidad a cada instante porque no se autoconfigura, es decir, no cuenta con una tendencia interior a plenificar su originalidad; es original de forma plena a cada instante.
En los seres vivos se aprecia un grado más complejo de originalidad con respecto a los seres inertes. En los vivientes existe un “origen originado” en el tiempo. Este origen de las especies tiene poder de originar nuevos seres, es decir, se reproduce y así evoluciona esa determinada variedad de vivientes. La generación va más allá de los principios de la física y la química, entrando en juego otros principios como los de la biología. En los seres vivos que cuentan con mente se añaden nuevos principios, los de la psicología. Y los vivientes con mente abierta añaden otros principios más, los de la antropología.
Los seres orgánicos no mentales ni personales, son también originales, pero para manifestar su originalidad de forma plena se autoconfiguran, en la medida que se lo permita el ambiente. Por ejemplo, un naranjo que germina con potencial fecundo, si se dan las condiciones ambientales, dará naranjas, que ya eran de forma potencial en la semilla.
Los animales (seres orgánicos mentales) no sólo viven; además vivencian, y esto les pone en otro grado de complejidad de la originalidad que se desarrolla de forma instintiva. Esta originalidad más compleja les permite cambiar como individuos por el aprendizaje, pero no requieren de educación para ser originales, su aprendizaje es instintivo (Martínez-Domínguez, 2013, p.13).
En los seres que vivencian de forma no instintiva (seres orgánicos personales) se requiere de la educación para que puedan autoconfigurarse con originalidad. Para ello cuentan con la sensibilidad apertural con la que la persona puede captar su propia originalidad y desplegarla de forma más o menos auténtica y más o menos plena.
Rechazar lo original que somos es dejar de ser
Entre las personas existen patrones de pensamiento que nos alejan de la originalidad por el mero hecho de no aceptarla por sentimiento de superioridad, arrogancia, fariseísmo, autosuficiencia o filisteismo (En palabras de Antoni Domènech, «filisteo es quien se resiste a valorar las cosas por sí mismas, concibiéndolas siempre como instrumentos para lograr otros fines».
Quien no acepta su propia originalidad renuncia a lo que es y se ve abocado a hacer para ser aquello que hace. Así, quien deserta de su originalidad se convierte en un impostor y toda su vida se reduce a la creación y mantenimiento del propio farsante que se desgaja como una torre de arena a la playa con la subida de la marea.
El sufrimiento del mundo no es consecuencia de la originalidad, sino del empeño del ser humano por ser mentirosamente Dios, en lugar de ser humilde y dejarse endiosar por Dios.
Si seguimos la descripción de la Biblia, Dios es el Origen y cada persona es original a imagen y semejanza de Dios. Y Dios, que es amor, creo a las personas para que sean una con Dios, pero eso sólo es posible siendo amor, y el amor es libre, por lo que Dios no puede obligar a nadie a ser endiosado por Dios, si la persona no quiere.
Así surge, lo que explica el Génesis, que Satanás, persona espiritual que negó su originalidad, en su necesidad de ser por negar su ser original, se puso a hacer negadores del Origen, y tentó a las personas. Y se cuenta que tentó a las primeras personas encarnadas con la posibilidad de ser «como dioses», y es que en la originalidad de las personas encarnadas existe esa tendencia al endiosamiento, pero Dios, el origen, no propone a las personas ser «como dioses», sino ser «dioses» en unidad con «Dios». Ese endiosamiento es la apoteosis a la que estamos llamados originalmente, pero en nuestra libertad, nos dejamos engañar por un endiosamiento egocéntrico, que lleva a la persona a tratar de ser dios por sí mismo y eso es la mentira que le hace un dios de miseria, un impostor, un dañador dañado.
La sensibilidad nos hace captar este daño, esta impostura, este anhelo de endiosamiento y si somos humildes, si nos arrepentimos, si perdonamos y pedimos perdón, Si volvemos al Origen, el origen nos recubre con su originalidad y habitaremos eternamente en la originalidad más absoluta. Pero al contrario, quien se empeña en no aceptar la originalidad, deja de ser y lo que no es no puede ser acogido por lo que es. El no ser queda perdido en un estado «infero«. Digamos que lo que se conoce como el infierno no es algo original, sino precisamente es pura falsedad, es negación de lo original.
A mi modo de entender, Dios no creo el infierno, sino que el infierno es creación de las personas espirituales puras o encarnadas, que en su libertad no aceptan lo original y deciden vivir eternamente en la falsedad, en la mentira, en la fealdad, en la división, en la maldad, en el dolor.
Al contrario, quien es sabio, acepta su originalidad y se deja hacer por el origen que le abraza eternamente para habitar con todos aquellos que del mismo modo abracen el origen, siendo uno con el origen que es belleza, verdad, sumo bien, y felicidad infinita