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Sobreexcitabilidad
by Luis Manuel Martínez Domínguez / agosto 1, 2021

La sobreexitabilidad: una esperanza en la sociedad tecnoestructural

Los lectores de nuestra revista ya saben e incluso tienen experiencia del sufrimiento que supone la sobreexitabilidad, pero es un sufrimiento que puede tener sentido. De entrada parece una desventaja y una gran faena no adaptarse a la cotidianidad de la vida tecnoestructural, viviendo en una sociedad tecnoestructural. Sin embargo,…

Los lectores de nuestra revista ya saben e incluso tienen experiencia del sufrimiento que supone la sobreexitabilidad, pero es un sufrimiento que puede tener sentido.

De entrada parece una desventaja y una gran faena no adaptarse a la cotidianidad de la vida tecnoestructural, viviendo en una sociedad tecnoestructural. Sin embargo, que existan personas poderosas en su originalidad que no se adapten a la tecnoestructura es bueno para todos. Y es que si bien, la tecnoestructura facilita una vida más cómoda, no lo pone nada fácil para desplegar la creatividad original que resulta imprescindible para autorrealizarse de forma plena.

Dentro de la sociedad tecnoestructural se valora mucho la creatividad, pero se concibe como herramienta para mejorar la tecnoestructura; no se capta el valor esencial que supone para la vida humana, y cuando una persona cuenta con alta sensibilidad, se siente abrumada en un mundo fácil pero donde no pueda crear un vínculo significativo con el «tú» que embellezca el mundo.

La sociedad tecnoestructural daña gravemente la apertura (el espíritu) de las personas sobreexitables, pero a la vez, las personas sobreexitables que logran gestionarse pueden agujerear la tecnoestructura hasta salir a su infinito.

En un mundo dónde el sentido de la realidad es puramente subjetivo, la promoción de la propia creación auténtica se considerará una especie de engaño porque toda construcción se considera válida siempre que sea mentalmente deseada y se mantenga dentro de los límites de libertad, igualdad y fraternidad que permite la tecnoestructura.

Reconocer la existencia de una creación original auténtica, más allá de las opciones que la tecnoestructura ofrece a la mente del individuo, se considera un riesgo para el sistema. Las personas sobreexitables en su alta sensibilidad apertural (espiritual) captan que su potencial creación va más allá de la tecnoestructura, lo que les hace vivir en una prisión de comodidades, libertades y derechos.

Esta vivencia les puede suponer un gran sufrimiento al tratar de conformarse con la tecnoestructura pero si tratan de conformarse con su Origen, entonces es la tecnoestructura la que se ve amenazada por estas personas que son etiquetadas como «locos», «enfermos», utópicos, ingenuos, inmaduros, visionarios, románticos, mesiánicos…

La persona sobreexitable no rechaza las comodidades, las libertades y los derechos, lo que ocurre es que no las circunscribe a lo que pueda ofrecerle la tecnoestructura de turno y menos aún, la limita a sus comodidades, libertades y derechos. Así se explica que todavía, después del fracaso palpable de las utopías políticas haya tantas personas en las nuevas generaciones que las anhelen.

La sobreexitabilidad es una enfermendad mental en la sociedad tecnoestructural

Así como las personas que se oponían al régimen de la URSS eran consideradas enfermas mentales, las personas que cuestionan la tecnoestructura lo son también consideradas como trastornadas.

La sociedad tecnoestructural se basa en los avances de la ciencia y la técnica con la que se trata de organizar todo para reducir el hambre, aliviar la enfermedad y dominar mejor el futuro. Ante esta premisa, cuestionar la tecnoestructura es cuestionar la ciencia y solo los locos y los fanáticos van en contra de la ciencia.

Pero esto es falso, no todo lo que se hace o se dice en nombre de la ciencia es científico. Y no todo el conocimiento cierto se alcanza mediante la ciencia. La ciencia tiene sus limitaciones y precisamente, lo científico es reconocerlo para falsear aquello que se consideraba científico pero las nuevas evidencias muestran que no lo es.

El progreso no es hacer avanzar la tecnoestructura a toda consta, sino reconocer los fallos del sistema y rectificar.

El problema de la tecnoestructura se encuentra el íntimo entrelazamiento del estado, el mercado y los medios de comunicación social, que no dejan ver más allá de la tecnoestructura autorreferencial, que dificulta extraordinariamente la posibilidad de formar auténticos creadores; ciudadanos originales.

Se sustituye la creación original por la innovación tecnoestructural. Dentro de la esfera del lenguaje, todo el mundo acepta la formación de ciudadanos creativos pero en la tecnoestructura, la creatividad no surge de la apertura (espíritu) de las personas, sino de su mente: pensamientos-sentimientos cultivados por los lobbys.

Los lobbys atraviesan transversalmente el estado, el mercado y los medios de comunicación social para promover sus tendencias, sus creencias, sus ideologías, creando opinión pública y controlando los asuntos de interés general según el parecer más poderoso, aunque no siempre sea el mayoritario.

Para los lobbys, los contrarios a sus ideas son necios, ignorantes, malos o enfermos. Así se van polarizando las posturas donde las personas con alta sensibilidad apertural (espiritual) se queda mirando a todos los extremos tratando de permanecer fiel a sí mismo, que es su única manera de no sufrir de forma existencial.

Las personas sobreexitables comprenden a todos los lobbys, pero no secundan a ninguno de ellos, lo que supone estar solo, en medio, en tierra de nadie o en tierra de todos. La persona sobreexitable desubicada en el equilibro de fuerzas contrapuestas fácilmente se encuentra con problemas de identidad, de pertenencia, de aceptación, de aprecio por parte de los demás. Y cuando llega el agotamiento, la alta sensibilidad se convierte en alta irritabilidad.

Ya sea de un modo u otro, la persona sobreexitable choca con el sistema y dentro de los parámetros del sistema, eso se debe a una enfermedad mental que tendrá que curar. Pero esa no es la realidad original. En el cuento en el que el rey que se viste con «telas» invisibles, el niño que reconoce que su rey está desnudo no es el loco, es el único capaz de aceptar las cosas como son.

No es enfermedad mental sino creatividad original

La sobreexitabilidad busca lo sublime con originalidad; en un mundo donde el «tener» o el «hacer» es más valorado que el «ser», la sobreexitabilidad es una «locura».

Sin embargo, esta «locura» que tanto hace sufrir puede ser una creación original y bella. Como la oruga «loca» que se encierra en su capullo para convertirse en mariposa. La oruga que no se atreve a ser mariposa sobrevive, pero vive sin sentido y cuanta mayor sea su sensibilidad, mayor será su sufrimiento existencial.

La creatividad no es poner una tecnoestructura para arreglar los problemas del mundo, sino que se trata de quitar los problemas, como el escultor con el mármol, para dejar a la vista la belleza que ya está dentro.

La tecnoestructura es una nueva forma de imperialismo que otorga bienestar a cambio de sometimiento a sus formar. La creatividad es también otra forma de imperialismo; el imperialismo de la originalidad y la belleza para todos.

La persona sobreexitable enferma si no lucha por su originalidad pero su lucha no es combatir sino crear.

La persona no es más valiosa gracias a su creatividad; no vale más por lo que crea, pero puede manifestar todo su valor cuando libera su originalidad, se adueña a sí mismo y se regala con amor maduro. Esto requiere una educación sensible que acepte la propia originalidad y ayude a la persona a la autoconfiguración de la mejor versión de sí mismo con disciplina, paciencia y perseverancia.

Como explica Dąbrowski, la creatividad es la forma de alcanzar la propia excelencia, o con palabras de Maslow, la autorrealización.

En la educación tecnoestructural se busca la especialización de la persona pero eso es lo que hace la biología: especializa. Según Dąbrowski el desarrollo de la persona depende de la «desespecización», es decir, el intercambio de lo que es biológico por lo que es espiritual en la personalidad. A este proceso de transformación le llamó desintegración de los instintos primitivos comunes que nos humanos comparten con los animales en tendencias originales que funcionan en un nivel superior de organización psicobiológica del ser humano al que se llega por la creatividad y denominó desintegración positiva.

Las personas sobreexitables resultan proféticas para su sociedad porque son capaces de mostrar las carencias de la tecnoestructura para pasar de un mundo cerrado y limitado a un mundo abierto e infinito.

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