El aumento de canales de comunicación social en nuestra sociedad democrática ha incrementado las posibilidades de expresarse con libertad, pero a su vez,
Se generan nuevas situaciones amenazantes por prácticas de expresión agresiva que suponen violencia y expresión pasiva que generaliza mimetismo adaptativo a un ideario que se impone por ósmosis social. A la vez, legítimas expresiones amables resultan ofensivas para una parte importante de la población
Las personas con alta inteligencia sensible (PAIS), sobreexcitabilidad (OE) o capacidad compleja (CC) sufren por el abuso que supone el manejo de la libertad de expresión sin amabilidad, pues no se pone al servicio de lo original, lo auténtico, lo verdadero, sino que se utiliza para imponer una ficción, construir un refugio o defenderlo, imponer falsedades o custodiar los intereses egocéntricos.
Es especialmente causa de sufrimiento cuando las personas que utilizan la libertad de expresión sin amabilidad son personas que tratan de defender la originalidad, la autenticidad, la verdad, pero en el momento que tratan de imponer, decir medias verdades, ocultar errores, negar defectos o «engañar para defender la verdad», «odiar para defender el amor», entonces producen un daño atroz en los PAIS que se sienten fuera de todo grupo o comunidad que usa esas falsas amabilidades o directamente, formas antipáticas de mostrarse.
Es común que los PAIS estén más a gusto con personas que tienen principios diferentes pero son auténticamente amables, que estar con personas con las que se comparten los principios pero que están dispuestos a autoengañarse y engañar con tal de que prosperen esos principios, o se presentan con una amabilidad hipócrita.
Argumentaciones, que desde la lógica científica pueden considerarse como razonables, se tildan de “discurso de odio” o «negacionistas» por motivos emocionales o ideológicos y, argumentos emocionales cuestionables desde la ciencia, son impuestos jurídicamente como verdades legales sin opción a réplica, tomándose medidas penales y censura de los mensajes contrarios sin posibilidad, ni si quiera, de debatir.
En el ejemplo del dibujo anterior se ve a tres personas debatiendo sobre la realidad que tienen en medio de ellos. Se crea el siguiente supuesto, la PAIS mira la situación y no puede creer lo que está viendo y sufre por ver que se ofenden, se atacan, se ridiculizan. Si intenta mediar y explicar la postura de 6, le dirán «seista» y «negacionista» del 9, otros le dirán que odia a los «novenistas», le dirán «nuevefobo» y los «noventayseistas» le dirán que es un fundamentalista «seista» y todo por empezar por explicar un punto de vista que lo ve razonable.
Seguidamente trata de explicar la postura del nueve y los «seistas» se ofenden al ver que se cambia de bando, «chaquetero», «cobarde»; diles «la verdad» que tu crees, diles que eso es un «seis». En otro foro, le dirán que es también «seisfóbico» y negacionista.
Pero la PAIS, en su amor por tratar de habitar en lo original se dirige al hombre del 96 y le reconoce sus esfuerzos por llegar a acuerdos pero que piensa que eso no puede terminar bien porque el acuerdo no se fundamenta en el fenómeno, sino en su construcción mental, y que del mismo modo se podría decir del 69 y que seguiría siendo una invención mental que no responde al fenómeno Entonces, el «noventayseista» le acusará de «noventayseisfóbico», fundamentalista de los números, negacionista de la posverdad y terraplanista de las matemáticas, que no acepta a las personas que lleguen a un consenso para convivir.
La PAIS no es un ángel y sale de su estado de paz y cada cual reacciona según su temperamento, estado de agotamiento, ambiente, apoyos, etc. Unos se irritarán e incluso trate de cargar contra todos. Otros tratarán de escapar y apartarse de la realidad social: no querer saber nada, hacer meditación zen y otras prácticas y tratar de no pensar o distraerse con cosas o personas amables.
Otros se harán las víctimas y buscarán que les ayuden ante la incomprensión que sufre: «soy un pobrecito sensible incomprendido», actitud que hoy se está ganando cada vez más adeptos.
Otros, tratarán de complacer a todos, a los del 6, a los del 9 a los del 96, los del 69, pero su corazón queda esclavo de la aprobación de los demás.
Otra opción es la de las PAIS que se vuelven gnósticos y se vinculan a grupos narcisistas que se consideran como más iluminados que el resto, y allí, unos con otros se complacen en su sentirse amadores de primera.
Se sienten superiores aunque sus palabras sean de «somos humildes conocedores de la verdad» y tenemos «compasión» de esos ignorantes y sectarios impositores de su ideología, sin caer en la cuenta que su amabilidad la están ideologizando y tratando de imponer al mundo.
Otros sencillamente, sufren, se deprimen, se llevan de ansiedad, se ven inadaptado, hasta el punto de plantearse el suicidio. Esta opción sin duda es la peor. Las anteriores alternativas son refugios pero ésta es quedarse en el desierto hasta morir congelados o deshidratados, según sea su desierto.
La solución pasa por aceptar la realidad, aceptarse a uno mismo, aceptar a los demás, aceptar el cosmos, aceptar el misterio de su origen y del origen de las personas, y por último, aceptar el propio destino, al que cada uno se va aproximando inexorablemente con sus decisiones libres.
Desde esta aceptación de la originalidad, la persona es capaz de habitarla y, habitando en lo original, está en camino de encontrar su hogar interior, desde donde las personas nos podemos realizar en plenitud, de manera apoteósica.
Desde el hogar interior las ficciones siguen afectando, pero sin dañar. Ya no afectan como realidades originales sino como realidades ficticias, por lo que ya no duelen tanto y siempre tendremos lo original del hogar interior para descansar y reponernos.
En nombre de la libertad de expresión se toleran comportamientos antipáticos, difamaciones, injurias, murmuraciones y manifestaciones de abuso del poder mediático, sin restituir, al menos, el daño moral ocasionado cuando se desmiente o se aclara la “noticia falsa”, pero la PAIS que vive en su hogar interior no necesita quedar bien en la ficción, le basta con estar bien en su casa original vinculado a sus amigos, el «nosotros-sensible».
Pero qué difícil es esto para un PAIS cuando su hogar exterior con su familia, ha estado marcado por el apego inseguro.
Desde el hogar interior, la PAIS puede presentar legítimas exposiciones científicas pero probablemente sigan siendo rechazadas sin argumentos de razón, sino por la mera susceptibilidad de una población influyente en el mundo de ficción. Paciencia.
Las personas que habitan en la ficción se victimizan a sí mismas cuando alguien expresa una opinión que desmonta su ficción y les saca de sus ideas, interés o principios falsos y a la vez, esas mismas personas se sienten con el derecho de expresar lo que piensan y sienten sin considerar la alteración que pueden ocasionar en la intimidad de los demás.
La solución pasa por la educación sensible
“La educación sensible es un modo de ayudar a crecer en libertad a la persona dentro de un nosotros maduro, facilitándole que sane y desarrolle su inteligencia sensible y desde ella, se eduque a sí mismo para desplegar su potencial y llegue a expresar la mejor versión de sí. La Educación Sensible es ayudar a crecer en conciencia desde el origen de la persona para ser auténtico “sí mismo”, dentro de un nosotros maduro. Supone sanar heridas interiores y desarrollar la inteligencia sensible” (Martínez-Domínguez, 2021, p.129).
La inteligencia sensible es “inteligencia” porque es capacidad para aprender de la experiencia, resolver problemas y utilizar el conocimiento para adaptarse a nuevas situaciones. Y es “sensible” porque es apertura y receptividad a sí mismo, a los demás, al mundo, al sufrimiento y al misterio. La inteligencia sensible comprende la sensibilidad, la racionalidad y el temperamento de la persona. Se diferencia de la inteligencia animal y la inteligencia artificial de las máquinas por su sensibilidad hacia el propio origen y sentido vital (Martínez-Domínguez, 2021).
La educación no sensible o grosera ocasiona “disfuncionalidad de la libertad de expresión”. La educación sensible transforma lo que la cultura tiene de irritación y ofensa en sensibilidad y comprensión.
Transformar la agresividad en amabilidad
La amabilidad es una vivencia de sano egocentrismo y sano alocentrismo, que se concreta en un sano nosicentrismo de quien se quiere bien a sí mismo igual que quiere bien a los demás, con grandeza de ánimo.
La antipatía es una vivencia de egocentrismo inmaduro que lleva al “yo” a quererse por encima de los demás, que son vistos como objetos de su interés egocéntrico. También puede darse como una forma de irritabilidad por la vivencia de un alocentrismo inmaduro que lleva al “yo” a querer más a los demás por el interés egocéntrico de verse reconocido, valorado, aceptado o al menos, no rechazado, quedando irritado si no se cumple esta expectativa.
La educación en la amabilidad ayuda a crecer a las personas auto configurándose con originalidad dentro de un “nosotros maduro”, el cual, está formado por personas igualmente originales. Es decir, todas diferentes entre sí, sin la consideración ficticia de considerar personas como “normales” y otras como “diferentes”. Esta consideración es un sesgo sociológico que responde a lo habitual, más que una realidad educativa que atiende a la originalidad de cada ser personal.
El «nosotros maduro» no es solo amable entre los «yoes» que lo componen, sino que su amabilidad se abre al resto de «nosotros» y «yoes» externos al propio «nosotros íntimo». La amabilidad es acogedora de todos, hasta el punto de entender que todos formamos un nosotros universal, la familia humana, y con todos debemos y queremos ser amables.
Sin la amabilidad se puede ser un «nosotros funcional» pero solo puede ser maduro un nosotros donde se habita con amabilidad.
Una educación ficticia del “nosotros”, llevaría a que las personas se muevan por la adaptación al “nosotros-correcto” idolatrado o ideologizado, lo que supone no conformarse según la propia originalidad, sino imitando lo correcto para ser aceptados por quienes tienen la potestad en el “nosotros”.
Esta educación ficticia puede llegar a ser deseducación antipática cuando la propia amabilidad es violentada en su autenticidad (Bruni, 2019).
Podría ocurrir que desde un determinado sistema educativo se actúe pedagógicamente para formar ciudadanos irritados y resentidos ante lo que se les presenta como enemigos del propio “nosotros”.
Podría ocurrir que las nuevas generaciones hereden odios históricos al presentarles los contenidos curriculares, incapacitando al aprendiz para analizar y comprender la historia sin sesgarla emocionalmente.
En la historia de la educación existen evidencias constatables de cómo es posible secuestrar emocionalmente a los educandos para que focalicen su formación al servicio que los intereses de una élite sin cuestionarse nada del propio “nosotros”, sino idolatrando e ideologizando las doctrinas que ofrecen para ser aprendidas sin pensamiento crítico, sin comprensión hacia otras doctrinas (lo que no significa que se compartan) y sin sensibilidad hacia la propia originalidad, para hacer propias la doctrina presentada con libertad y creatividad. Y por supuesto, sin que esa apropiación suponga irritabilidad y resentimiento ante otras doctrinas que diferentes, sean legítimas al respetar la ecología y los derechos humanos. Un ejemplo histórico es la educación nazi que entre ellos eran muy amables y extremadamente exquisitos en los modales y gustos culturales, pero su comportamiento era abominable con quienes no formaban parte de su nosotros.
La amabilidad sectaria es amabilidad ficticia
La educación sensible es la forma de educar que ayuda a la persona a no apropiarse ni de resentimientos ni de doctrinas destructivas de la ecología y los derechos humanos; sino que, promueven la evolución y el amor hacia lo bueno desde la sensibilidad y la esperanza, en vez de focalizar los esfuerzos en odiar y luchas contra lo presentado como “lo malo” (Martínez-Domínguez, 2021)
No se defiende en este artículo que toda educación deba formar en una especie de amabilidad correcta pues eso sería una contradicción, sería imponer una doctrina, por muy amable que sea, que ya solo por ser impuesta, sería antipática. Lo que se plantea es una invitación a que todos, cada cual, desde su doctrina, desde su cosmovisión, sus principios, su originalidad, crezca con amabilidad y logre ser amable a su manera.
Siendo amables, los malos entendidos como el de «6 o 9» se resuelven con simpatía, paz y cordialidad.