La tecnoestructura es un término acuñado en la década de 1980 por Jhon Kenneth Galbraith con el que se hace referencia al equipo de profesionales especialistas que normalizan el funcionamiento de las empresas, gracias al conocimiento técnico.
Los actuales sistemas educativos del mundo global se unen bajo la coordinación de instancias supranacionales para capacitar a estos profesionales. El fin es procurar un desarrollo sostenible y entre medias, la diversidad de creencias e ideologías generan luchas de fuerza para controlar el devenir de la tecnoestructura.
Dabrowski hablaba de tres factores que condicionaban el desarrollo del propio potencial de la persona: el factor ambiental, el factor personal y el tercer factor que mueve a la persona hacia el desarrollo. Cuando el factor ambiental es la tecnoestructura, el tercer factor puede quedar encorsetado en sus parámetros y el factor personal solo se ve válido en la medida que resulta exitoso en la tecnoestructura.
Lo característico de la tecnoestructura es el imperio unilateral de lo político, económico y mediático; donde los estados, el mercado y los medios de comunicación social están condicionados por intereses supranacionales de poder, dinero y creación de la opinión pública.
Dentro de la tecnoestructura, el individuo puede encontrar bienestar subjetivo y seguridad elemental para realizar innovaciones, emprendimientos, creatividades o sencillamente conformarse en su zona de confort. Cada cual puede crear su vida, pero no según su propia originalidad sino según los parámetros de la tecnoestructura.
Es el sueño ilustrado del paraíso en la Tierra, pero “algo no marcha”: violencia, marginación, abusos, mentiras, corrupción, paro, miseria, odios, terrorismo, ansiedad, tristeza, depresión, suicidio…
La persona ruda persevera en el mundo tecnoestructural buscando gratificaciones, como los esclavos de la cueva de Platón. Pero quien dispone de alta sensibilidad es capaz de intuir que existen otras posibilidades e incluso los hay que logran salir de la cueva.
La educación tecnoestructural destroza la alta sensibilidad
En esta educación centrada en la tecnoestructura, las personas con baja sensibilidad apertural y alta inteligencia racional se hacen con porcentajes de poder estableciendo una gran red de equilibro de fuerzas contrapuestas. Sin embargo, las personas con alta sensibilidad apertural no soportan la propuesta y su gran deseo interior de salir y ayudar a los demás a salir de la cueva les genera un grave problema de inadaptación.
No solo no son educados en su alta sensibilidad, sino que ésta choca con los planteamientos tecnoestructurales. Así, se produce una contraeducación sensible que bloquea el identificarse de forma proactiva con el propio Origen, para dejar a la persona sobreexitable luchando en los mares de la tecnoestructura de forma reactiva.
Esto convierte la sensibilidad en irritabilidad, frustración, sinsentido… Personas altamente creativas se ven envueltas en violencia, delincuencia, odios, adicciones, terrorismo, depresión, ansiedad, suicidio, etc.
Pero la originalidad permanece en el corazón de estas personas deseando salir. Solo es necesario sacarles de la tormenta y ayudarles a mirar hacia dentro: perdonar, perdonarse y aprender a cicatrizar sus heridas.
Algunos enferman, otros se dejan cautivar por las malas conductas, pero todos están luchando ante el veneno de la contraeducación. La manera de afrontar este reto es la Educación Sensible, que dispone a las personas sobreexitables para que se regeneren y vivan en su hogar interior, creando belleza en el mundo.
La Educación Sensible, así mismo, permitirá a los más rudos descubrir que la tecnoestructura no es el Origen, sino que cada cual nace con su propia originalidad que no se puede encerrar en una jaula tecnoestructural. Mientras que las personas que, sin ser rudos, tampoco son altamente sensibles, podrán desarrollar su sensibilidad para descubrir su originalidad y vivir con auténtica libertad en un mundo abierto de verdad.
Educación sensible dentro del mundo tecnoestructural
La educación sensible no se dirige a combatir la sociedad tecnoestructural, sino que se orienta a que cada persona sea capaz de vivir con originalidad independientemente de la estructura y dinámica de la sociedad. No intenta crear un entorno en el que ser feliz, sino que dispone a las personas para ser felices en cualquier entorno, mientras lo transforman, haciéndolo más bello.
La educación sensible no adiestra individuos para que se conformen con estructuras sociales para el desarrollo sostenible o para erradicar la opresión y la miseria, sino que invita a las personas a conformarse con su propia originalidad y desplegando la mejor versión de sí mismos conformen entre todos un «nosotros-maduros».
Con vistas a la tecnoestructura dominante, la educación sensible no se presenta como una revolución que trate de concienciar a las masas para derrocar el sistema, sino que ayudar a las personas a ser conscientes de su propia originalidad para ponerla al servicio de la sociedad y hacerla madurar.
No se trata de imponer una o otra estructura social, sino que propone a la persona ser co-creadora de su estructura social original basada en la aceptación, el mutuo aprecio, la identidad y sentimiento de pertenencia, la confianza y la seguridad, la capacidad y el servicio recíproco. Educar en este ambiente para este ambiente, que siempre es diferente.
La educación sensible no impone creencias, ideologías, culturas, políticas o economías. La educación sensible propio el «nosotros-maduro» y eso solo es posible en la interdependencia de personas originales que desde su tercer factor tienen un crecimiento autónomo basado en el amor-maduro, en el nosicentrismo. Si el egocentrismo es amarse a uno mismo por encima de los demás y el alocentrismo es amar a los demás por encima de uno mismo; el nosicentrismo es amar a los demás como uno se ama a sí mismo.
La consecuencia es el «nosotros-maduro» en el que personas originales, muy diferentes entre sí son capaces de comprenderse, ayudarse, valorarse y disfrutar de una vida apasionante y llena de sentido.
Pero la educación sensible no es fácil. Los seres humanos tendemos a la debilidad y la debilidad nos hace egocéntricos o alocéntricos, con lo que dañamos, nos dañamos y nos dejamos dañar. De este modo, la educación sensible requiere comprensión, perdón, volver a confiar, dar nuevas oportunidades, exigirnos unos a otros, pero no por egocentrismo, sino por «amor-maduro».
En una educación tecnoestructural cerrada proliferan los «falsos-nosotros» en los que unos abusan de otros, ya sea con violencia física o psíquica, o ya sea violencia apertural, que lleva a que las personas a no maduren todo lo que deberían, haciéndose dependientes, inmaduras, no autónomas.
Orientación sensible para iniciar la educación sensible
Para salir del círculo vicioso de la educación tecnoestructural es fundamental detectar a las personas con alta sensibilidad que están sufriendo la inadaptación a los «falsos-nosotros» y ayudarles a caer en la cuenta que su inadaptación no es un problema sino el inicio de la solución.
Para esto proponemos la orientación sensible con la que ayudar a las personas de capacidad completa a que afronten su desintegración de forma positiva, y reintegrados por dentro, sean pilares de la regeneración educativa y social de nuestro mundo tecnoestructural.
Actualmente existe la Asociación Española de Educación Sensible que próximamente ofrecerá formación en educación sensible y servicios de orientación sensible.