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Educación Sensible
Persona altamente Sensible
Sobreexcitabilidad
by Luis Manuel Martínez Domínguez / mayo 11, 2023

El desarrollo moral de personas sobreexcitables o altamente sensibles

No está de moda en nuestro siglo hablar de educación moral, sin embargo se moraliza constantemente y por todos los medios inculcando a los menores una moral única para manejarlos a todos Dabrowski (1970, p. 120) enfatiza que en cualquier sistema educativo fundamentado en la  teoría de la desintegración positiva…

No está de moda en nuestro siglo hablar de educación moral, sin embargo se moraliza constantemente y por todos los medios inculcando a los menores una moral única para manejarlos a todos

Dabrowski (1970, p. 120) enfatiza que en cualquier sistema educativo fundamentado en la  teoría de la desintegración positiva las cuestiones de moralidad deberían ocupar un lugar principal.  Dabrowski (1970, p 120) enfatiza que en  cualquier sistema fundado en la  teoría de la  desintegración positiva los  problemas de la moral tendrían  que ocupar un lugar prominente para todas las personas, pero en particular, es fundamental para la propia salud personal que sea bien trabajado con las personas sobreexcitables.

La persona sobreexcitable o altamente sensible no soporta que se le imponga una moralidad oficial y mundial, y más cuando observa manifestaciones injustas, hipócritas, engañosas y manipuladoras. No digo que todas las manifestaciones morales de hoy sean así, sino que las personas con sobreexitabilidad no soportan las moralinas, y más si conducen al daño o a la autodestrucción de las personas,

La sensibilidad lleva a la persona a captar la originalidad, y lo falso genera una sobreexcitación de rechazo que resulta difícil manejar si no se cuenta con una educación sensible.

Todas las personas tienen más o menos sensibilidad, pero si está bloqueada, manipulada o es muy baja esa sensibilidad, la persona no llega a desarrollar su moralidad con madurez. El desarrollo moral inmaduro se adhiere y se conforma con los valores que prevalecen en la propia sociedad sin pensamiento crítico ni sensibilidad en todas las dimensiones de la persona. Este ajuste negativo lleva consigo una sociedad inmadura formado por «falsos-nosotros» de individuos egocéntricos hasta para amar.

El ajuste positivo, por otro lado, es un desarrollo moral maduro, en la que la persona sensible con lo original, establece una jerarquía de valores asumidos de forma consciente y subordinados al origen y la propia originalidad que se manifiesta en la propia personalidad madura.

Las personas que asumen un ajuste negativo aceptan la moralidad inmadura y se la apropian.

Las personas que asumen un ajuste positivo son las que no aceptan la moralidad inmadura que se manifiesta en la sociedad porque no se corresponde con la originalidad del ser-con propia de la coexistencia humana en el Cosmos.

En este sentido, dirá Dabrowski que el ajuste positivo no se adapta a lo que es, sino a lo que debería ser, y por ende, la persona es un inadaptado a la manifestación inmadura del mundo manifestado, viviendo el mundo que debería ser desde el origen, lo que conlleva un impacto con la realidad manifestada, pero que a su vez es una realidad falsa, es decir, es realidad pero manifestada como falsedad.

Las personas con una moralidad inmadura buscan la satisfacción egocéntrica de sus derechos y libertades, en lugar de hacerlo de forma nosicéntrica.

Los juicios morales de las personas con una moralidad madura pasan de niveles determinados por la auto-conservación y mantenerse fuera de problemas, como el resto de animales, a una preocupación nosicéntrica por uno mismo a la vez que se preocupa por los otros seres humanos y las cosas.

La sensibilidad a  lo que realmente vale la pena condiciona la autoconformación con lo que vale la pena, con lo auténtico y no se conforma con moralidades de mínimos o falsas morales. Esta vivencia de moralidad omnipresente lleva a las personas sobreexcitables a una alteración significativa ante injusticias consentidas y sostenidas. Las justicias cristalizadas y estructurales, hacen que la persona con alta sensibilidad viva en un estado de sobreexcitabilidad permanente que se hace insostenible si no es educada pertinentemente y a la vez, se acepta lo bueno que lo malo pueda traer en la realidad original.

La educación sensible ante la moralidad

La Educación Sensible es un marco desde el que se atiende a todas las personas ya sean con una sensibilidad alta, baja o promedio.

Con respectos a la educación de personas con baja sensibilidad o poco excitables, se trata de llevarlas a de niveles primitivos a niveles algo más altos maduros de moralidad, aunque sea por la vía especulativa, lleguen a entender lo que por empatía no comprenden. Pero no basta con entender, Ni siquiera sirve una educación por habituación o acostumbramiento, sino que la persona deben realizar una elección moral por el bien, aunque su forma de convivir le haga «sentir» que le conviene más la moralidad egocéntrica o inmadura.

La educación sensible a la originalidad de la realidad tiene un doble efecto para la educación moral:

  • Libera a los educandos de la sumisión a la autoridad externa. Eso no quiere decir que no se obedezca ni se pierda la debida deferencia hacia las autoridades legítimas, sino que la obediencia es inteligente y las decisiones morales son responsables y libres, dejando la propia conciencia por encima de la autoridad externa. Dijo J. H. Newman: «En caso de verme obligado a hablar de religión en un brindis de sobremesa —desde luego, no parece cosa muy probable—, beberé “¡Por el Papa!” con mucho gusto. Pero primero “¡Por la Conciencia!”, después “¡Por el Papa!”.
  • Excluye del adoctrinamiento en los valores del educador como práctica de educación moral. Sin respeto por la originalidad y la conciencia del alumno, no puede darse una educación moral sensible

La educación moral sensible es una búsqueda de autenticidad, tanto por parte del alumno como del docente, de encontrar una moralidad sensible al origen de la realidad.

La moralidad con que se habita la originalidad de lo que es tiene una dimensión objetiva que puede captarse por la sensibilidad y entenderse por el pensamiento, pero a la vez, existe una dimensión subjetiva, que supone la vivencia original de cada presente por sujetos que aplican la moralidad.

Para una persona con alta sensibilidad le chirría toda moral objetivista y enlatada, pero también se daña la moral subjetivista y constructivista. La moralidad que se aprende desde la educación sensible no es objetivista, ni constructivista, sino habitacionista. Lo que supone un fundamento objetivo que la persona debe aceptar y sobre este construir la creación moral más acorde con el origen y sus trascendentales personales: amor, belleza, bien, autenticidad, libertad y coexistencia de originales (Polo, 2016).

Para educar la moralidad de una persona sobreexcitable se requiere ayudarla a que aprenda a gestionar su sobreexcitabilidad en primera medida y seguidamente, comprenda que no todo el mundo cuenta con la misma sensibilidad.

A partir de la comprensión y la compasión, puede vivenciar la moralidad inmadura sin culpabilizar ni culpabilizarse, sin irritarse ni llevarse por la indignación. Además de desarrollar la virtud de la justicia, es imprescindible que prospere en el resto de virtudes cardinales: prudencia, fortaleza y templanza, y a su vez, lo viva con fe, esperanza y amor.

Así mismo, es imprescindible que la propia sobreexcitabilidad que le puede conducir a una mala gestión moral de sus tendencias, sea aceptada con humildad y con ayuda de la propia originalidad, comenzar y recomenzar y no enredarse en las faltas morales que haya podido hacer por su tendencia sobreexcitable y a la vez, sabedora de que es algo malo para sí y para los demás en el origen. Pero no tiene sentido vivir en la culpabilidad, lo que importa es reconocer la culpa, arrepentirse y hacer el propósito de no volver a obrar contra la moral que capta la propia sensibilidad como «la que me lleva a habitar el amor», ni obrar en perjuicio de los demás por intereses egocéntricos inmaduros.

Pero pase lo que pase, la sensibilidad de la persona capta como el origen está orgulloso de lo que originó, que es cada uno de nosotros y hagamos lo que hagamos somos amados, esa experiencia sensible pone la moral en un plano de correspondencia al amor, más que en una acción para ser amados, así se vive con paz, pase lo que pase.

En conclusión, la moralidad no surge tanto de la racionalidad especulativa como de la sensibilidad personal, que capta la realidad de corazón.

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