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by Luis Manuel Martínez Domínguez / diciembre 12, 2022

El arte hace libres a las personas altamente sensibles

A lo largo de la historia, las personas han usado las artes plásticas, la música, la dramatización y la literatura para expresar la originalidad que captan con su sensibilidad personal y para poderla habitar. El arte nos permite interpretar la propia originalidad en un doble sentido: la interpretamos como capacidad…

A lo largo de la historia, las personas han usado las artes plásticas, la música, la dramatización y la literatura para expresar la originalidad que captan con su sensibilidad personal y para poderla habitar.

El arte nos permite interpretar la propia originalidad en un doble sentido: la interpretamos como capacidad de comprenderla de corazón, y la interpretamos como capacidad de expresarla y compartirla con los otros y de ese modo experimentar la gozada de ser aceptados en nuestra originalidad al convivir.

Sin esta manifestación artística, en lugar de mostrar la originalidad, nos mostramos como un personaje que trata de ser aceptado por el mundo. En lugar de mostrar la forma de lo que somos originalmente, nos conformamos con el entorno para ser aceptados. Así uno se convierte en un imitador y no en un creador. La imitación para ser aceptados en un refugio insoportable para las personas con alta sensibilidad, quienes sólo están bien cuando habitan en su autenticidad, y si eso es vivido desde la aceptación por parte de los demás, mejor que mejor.

Independientemente de lo que cada persona pueda creer que es el Origen del que procede su originalidad, toda persona, y más cuando su sensibilidad interior es alta, capta que la profundidad de la realidad va más allá de lo que se puede experimentar con el cuerpo y con la mente.

Esta realidad intangible se ha venido llamando “espiritual”, pero desde la educación sensible preferimos llamarle “apertural” para mantenerla dentro de los parámetros de la investigación científica que indaga sobre ese “además” que está más allá de la mente y nos mantiene abiertos a lo otro que no soy yo, pero que al abrirse a ello me hace más yo mismo.

Desde la ciencia racionalista, referirse a lo espiritual es como renunciar directamente a la ciencia. Y sin ser racionalistas, desde la educación sensible, queremos dialogar con la ciencia de nuestro tiempo y llegar a encuentros y para eso, preferimos utilizar los términos más amigables que nos permitan entrar en su juego sin renunciar a la realidad que capta la sensibilidad y que puede estudiar científicamente a pesar de que la razón no tenga la capacidad de darle respuestas por sí misma.

Es como ocurre con la astrofísica. Llega un momento que los ojos no llegan más allá por muy potente que sea el telescopio, y debe ser a través de un ordenador como podemos ver astros invisibles para la sensibilidad del ojo y las lentes telescópicas. Se requiere una tecnología que permita llegar al más allá físico. Algo similar ocurre con el más allá metafísico y personal, y esa tecnología, de momento, la encontramos en el arte.

Las personas al habitar la realidad han creado y utilizado las artes para expresar su originalidad y vivencias difícilmente habitables de otro modo como son el gran anhelo de plenitud personal, la perplejidad ante lo misterioso y la dura vivencia del sufrimiento. Cuanto mayor es la sensibilidad interior de la persona, estas realidades se presentan más anhelantes de respuestas y es a través del arte como se puede uno aproximar.

Al participar en la expresión artística, podemos experimentar una sensación de paz, a la vez que los abisma ante el misterio de nuestro ser y los reta para su realización en la vida. El arte nos invita a un encuentro por la sensibilidad personal, que es un don que según sea más sensible o sobreexcitable, nos puede llevar a una relación más profunda con el Origen. Además de las artes, podemos experimentar tales encuentros en la belleza de la naturaleza o en la vivencia amorosa con los demás. Lo importante, en cualquier caso, es permanecer abiertos al impacto original y a la vez, saber que todo lo que nos impacta no procede del origen y nos puede dañar, por lo que, de forma habitual, tendremos que estar dispuestos a cicatrizar las heridas que nos producen los impactos dañinos y también el arte nos puede ayudar en este proceso. Tristeza, ira, miedo, vergüenza, rencor, asco, ansiedad; emociones, sentimientos y actitudes que nos alertan de que tenemos que sanar para regresar al hogar interior donde habitar con amor y alegría.

La sobreexitabilidad de la imaginación

Entre las sobreexitabilidades que describe Dabrowski quiero centrarme en la imaginativa, que como sentido interno conecta los sentidos externos con el sentido profundo que se capta en la apertura; más allá de la mente.

La imaginación nos permite leer el lenguaje simbólico, el lenguaje artístico, y a la vez, encontrar arte y simbolismo en lo que otros solo ven cotidianidad y vulgaridad. Con la imaginación, podemos hacernos entender mostrando símbolos, analogías y aforismos.

El arte exige a quien lo expresa y en particular, quien lo contempla, mucha sensibilidad y excitabilidad de la imaginación. El arte supera a la razón y los razonamientos que sólo son para los que piensan y aunque podría creerse que un buen argumento es más razonable que una buena manifestación artística, diré, parafraseando a Pascal que el arte tiene razones que la razón no entiende.

El artista abre la sensibilidad de quien se expone al arte sin imponerle ni una dirección ni un sentido, sino que le deja libre de descubrir en esa luna que es el arte, el reflejo que es el sol de la propia originalidad personal.

Además de encontrar al Origen en todas las cosas, podemos captar por el arte la originalidad de nuestro propio ser y que estamos invitados a desplegar por el amor, que, a su vez, se hace arte para el mundo y motivo de seguir esta bella cadena de amor artístico a lo largo de la historia de la humanidad y en particular, de las historias personales.

Al estar abiertos y atentos a encontrar el Origen en todas las cosas y al participar en la excitabilidad imaginativa, el arte puede atraernos más profundamente a nuestra originalidad para habitar en nuestro hogar interior y desplegar lo que somos con apoteosis; dejándonos endiosar por el Origen.

Te invito a tener ojos que vean y oídos que escuchen los movimientos del Origen en tu apertura para que puedas responder con arte al Amor que te ha originado como amor original encarnado.

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