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by Luis Manuel Martínez Domínguez / junio 10, 2022

El agotamiento extenuante de la alta sensibilidad

Todas las personas se agotan a causa de la fatiga que genera el trabajo continuado en el tiempo y los quehaceres cotidianos. Si esto es lo común en personas con una sensibilidad promedio, las personas con alta sensibilidad tienden a tolerar la fatiga como estado habitual y llegado un punto…

Todas las personas se agotan a causa de la fatiga que genera el trabajo continuado en el tiempo y los quehaceres cotidianos. Si esto es lo común en personas con una sensibilidad promedio, las personas con alta sensibilidad tienden a tolerar la fatiga como estado habitual y llegado un punto terminan por romperse.

Las personas con capacidad compleja son como los caballos que han sido criados para correr mucho y rápido. Estas personas pueden conseguir muchas cosas y en poco tiempo, pero como los caballos, una vez que han llegado al punto de desfondamiento, lo más probable es que requieran mucho descanso y la atención de un profesional médico.

Esto se puede evitar, si la persona con capacidad compleja o alta inteligencia sensible se deja ayudar y practica hábitos de descanso y egocentrismo maduro. Nadie da lo que no tiene, y si uno quiere dar alegría, amor, confianza y esperanza, tiene que cuidarse.

Quien no se cuida, en su afán por cuidar a otros termina por vivir aplastado, triste, enfurecido, irritado, y eso será lo que dé al mundo. Después de darlo todo, y a pesar de tanto bien repartido, ante esta experiencia de falta de control del propio don, la persona con sobreexitabilidad no es capaz de sentirse satisfecha por todo lo dado, sino que vivencia una especie de sentimiento de culpa por empezar a dar enfado, tristeza, pesimismo…, a causa del agotamiento.

Para que esto no ocurra, los niños con alta sensibilidad requieren de una educación adecuada que les ayude a gestionar su sensibilidad con madurez. Ese darse sin medida, hasta la rabia o la tristeza, es un darse disfuncional, incluso inmaduro cuando es por necesidad de ser aceptados por los demás.

En el caso de una persona inmadura con alta sensibilidad, experimenta un sentimiento de inferioridad en su mente, que supera al sentimiento de agotamiento que le transmite su cuerpo y su mente.

La educación sensible será el modo de ayudar a la persona a conocerse en su apertura; en su ser original. Sabiéndose quien es originalmente ya no tiene sentido un sentimiento de inferioridad; pues desde el origen, todas las personas somos igualmente originales, es decir, todas las personas somos exclusivas y diferentes unas de otras, y todas sublimes y valiosísimas sin comparación. Esto no se descubre mirándose en «yo», sino haciendo que el «yo» mire su origen y se deje hacer por éste, de forma que uno se convierte en la versión original de sí mismo.

Cuando la persona tiene sentimiento de inferioridad y se ve necesitado de hacer sin parar para complacer a todos, estamos ante una deseducación sensible que ha generado un hábito mental de superación ficticia por la vivencia, tal vez, de apego inseguro u otras malas experiencias en la vida.

La persona que acepta su ser original, sencillamente debe dejarse fluir, y tal vez tenga que padecer contratiempos y dificultades pero siempre desde la esperanza, la confianza y el amor maduro, que pase lo que pase, lleva a la persona a pasarlo con gozo.

Quien confía en su origen, no vive atolondrado sin parar de hacer, sino que sabe hacer lo que conviene en cada momento de forma original: sin miedo, sin ansiedad, sin culpabilidad, sin enfado, sin sentirse ofendido ni despreciado; sencillamente «deja ser», «se deja hacer» y sí «hace», pero eso no es lo más importante, lo que no significa que no sea importante: es importante pero con paz, con alegría, con esperanza. Cuando el hacer conlleva resentimiento ya no es un hacer original, sino un hacer dañado que convendrá sanar.

El deber de descansar

Descansar no es un lujo sino una necesidad humana pero a veces, la forma de ser de las personas unida a la forma de ser de nuestra sociedad, les lleva a no saber descansar o sentirse culpable por permitirse el «lujo de descansar».

Las personas tenemos muchas opciones para hacer en la vida, pero entre todas, la mejor opción es hacer la que se debe. La que se debe es la opción original: hacer lo que somos: desplegarnos, autorrealizarnos y así damos un alegre servicio a los demás; el mejor que les podremos dar, para que también ellos tiendan a su originalidad.

En los relojes romanos había una inscripción «Sine sole sileo» («sin el sol me callo»).

Lo mismo le sucede a las personas: sin el descanso las personas nos evaporamos y nos ponemos como un nubarrón que no se deja al sol, que es nuestra originalidad, que indique el siguiente paso que nos conviene dar.

Así, en este punto de nubarrón, lo primero será llorar. Llorar todo lo que haga falta. Con sencillez, como loran los niños. Aceptar nuestra propia limitación y buscar ayuda para descansar, sobre todo cuando no nos sale.

Saber descansar es un alta y más cuando alguien tiene alta sensibilidad. Pero a la vez, la alta sensibilidad permite a las personas descansar con las maravillas del mundo: leer, escribir, pintar, viajar, contemplar la hermosura de la naturaleza y el arte. Y todo esto será también una oportunidad para dedicar tiempo a la familia, a los amigos. Y así también se ayuda a otros a descansar.

En el descanso nos encontramos con los demás en su originalidad, en particular con aquellos que forman nuestro nosotros más íntimo. Dejamos de trabajar para cultivar el amor de otro modo. Trabajar y descansar son dos caras de una misma moneda que es es amor. Y tanto si se trabaja sin amor como si se descansa sin amor, estamos en una versión inmadura del amor y del descanso.

En este sentido, el descanso tiene que llevarnos a la fuente del amor: encontrarnos con nosotros mismos, con nuestro propio origen, con el amor que nos ha dado a la vida, y desde el propio amor original renovado, la vuelta al trabajo estará movida por el entusiasmo con fuerzas renovadas.

Aprender a descansar con alta sensibilidad

Todos tenemos que aprender a descansar, pero las personas con alta sensibilidad es como la obligación que tiene alguien con problemas de espalda de ir a nadar todos los días. No es un lujo, sino una necesidad. Precisamente, para trabajar más y mejor, la persona debe aprender a detectar los síntomas de agotamiento y parar a tiempo para no tener que requerir medidas extraordinarias o clínicas.

El refrán para personas con una sensibilidad promedio es «no dejes para mañana lo que no puedas hacer hoy», pero para las personas con alta sensibilidad, el refrán es al revés: «deja para mañana lo que no puedas hacer hoy». Quien aprende a vivir aceptando las limitaciones de su naturaleza y a la vez, reconociendo el poder ilimitado de su originalidad: nunca tendrá prisa, ni ansia por terminar todo, entre otras cosas, porque nos moriremos antes de que todo se termine: paciencia.

Aprender a tener paciencia, La paciencia es creadora. La impaciencia es rompedora. Piénsalo y sobre todo aplícatelo día a día.

Amar con paciencia, desde ahora y hasta siempre

Amar es a uno mismo, a los demás, al cosmos y al propio origen. Amar es un amarnos. Quien se pregunta ante el amado: «¿qué le conviene ?» la respuesta suele ser engañosa e incompleta. Si uno se pregunta «¿qué me conviene? es incompleta pero más realista, y si se pregunta «¿qué nos conviene? la persona se encuentra en la vía del acierto, siempre que sepa escuchar a su corazón. Sabrá que por el amor que tiene a los demás, a su origen y al cosmos, lo mejor que puede hacer ahora es descansar. Quien llega a esa sabiduría es capaz de ayudar más y mejor.

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