El saberse ofendido es una respuesta natural de la persona. Comentarios agresivos, transgresiones a la intimidad, sinceridad extrema o “sincericidio”, dirigido contra otros y contra uno mismo, son ejemplos de un arriesgado ejercicio de la propia libertad; mismos que conducen a la situación anteriormente mencionada.
El hecho inexorable de malestar, causado por la ofensa, es algo conocido por todas las personas; nadie se ha librado de recibir un comentario desagradable por el hecho sine qua non de “no encajar” en la segmentada óptica de un otro; quien a su vez ha sido presa de muchas otras segmentaciones provenientes de lo exterior y que aplicadas al discurso comunicativo humano da forma, crea, limita, destruye y deforma.
Tiene varias formas de manifestarse, pero en ésta, el “sincericida” obra de forma dual. Ejerce con plena consciencia/inconsciente su propia interpretación de “libertad”, y en el acto comunicativo, violenta al otro de manera inclemente e implacable; siendo portador insigne de una verdad autoimpuesta, un criterio unidireccional o una percepción autodestructiva.
La consciencia en el ejercicio “sincericida” se extiende únicamente hasta la elección, muchas veces nociva, de palabras precisas y afiladas. Las mismas que cargan una connotación agresiva, dolorosa e hiriente; fruto de un proceso sobre excitatorio sensible que lleva a proyectar una enmascarada vulnerabilidad en calidad de seguridad y asertividad. Frases como: “Soy demasiado sincera/o”, “Yo digo las cosas como las pienso, guste o disguste”, “No es culpa mía ser tan directa/o”, son excelentes ejemplos de esta falta completa de propiocepción, empatía, autoconocimiento, consideración y resiliencia.
El lado inconsciente del “sincericida” actúa desde la vulnerabilidad. En un ejercicio involuntario, defensivo. Lastima antes de ser lastimado, se humilla antes de ser humillado y en esa lógica, trabaja un sistema interno; donde todo es percibido como una potencial amenaza y debe ser evitada a cabalidad.
El fenómeno como tal, anteriormente mencionado, guarda una estrecha relación con ciertos procesos altamente sensibles. Sin embargo, no todos los sujetos altamente sensibles tienden a obrar en las vías del “sincericidio”. Existen otros mecanismos operativos que pueden servir a las personas con un elevado nivel de sensibilidad a sobrellevar las debacles cotidianas; existentes en un mundo sobre excitatorio y dirigidas a un público mayoritariamente desensibilizado.
REFLEXIÓN DESDE LA REALIDAD
Al hablar del proceso de desensibilización, el mismo que ha obrado en todas personas que cuentan con acceso a dispositivos comunicativos, redes sociales, información en general, entre otros varios medios, nos referimos a la excesiva carga que día a día recibimos desde el mundo exterior y posee una repercusión directa sobre el mundo interno.
El amarillismo, desensibiliza, la sobresaturación de contenidos, la sobrecarga de experiencias, sensualidad desenfrenada, el inmediatismo en general, tienen la misma consecuencia nefasta en el sistema interpretativo de la persona ordinaria, pero, una experiencia de este estilo dirigida a una persona con alta sensibilidad puede ser devastadora.
Quien posee capacidad compleja y ha tenido un encuentro cercano con cualquiera de estos fenómenos portará una marca indeleble en su ser y algo de lo compulsivo habitará para siempre en su estructura; repetirá, lo volverá a probar, no se verá saciado, su sensibilidad mutará y buscará algo más.
ENTRE NECIOS Y SORDOS
La ofensa, tema de reflexión al iniciar este corto escrito, encuentra su sentido ante lo anteriormente expuesto y mucho más. Sin embargo, formulando y resolviendo una pregunta para concluir con esta reflexión, ¿Cómo salgo bien librado de la ofensa?
La persona altamente sensible, como su nombre lo indica, siente la carga exógena/endógena de manera potenciada; esto es inevitable. Pero, buscando atender este magnifico rasgo de personalidad incomprendido aún y malinterpretado, es necesario aprender a distinguir tres factores que ayudarán aliviar el amargo sabor de enfrentar a un otro de lo social (Se adjunta ejemplo).
- Origen del malestar: ¿Quién o qué originó este conflicto?
- Mi compañero de trabajo y sus comentarios fuera de lugar.
- Interpretación del conflicto: Basándose en hechos concretos, ¿Qué pudo haber motivado este enfrentamiento?
- La puesta en evidencia de una característica propia ante un publico ajeno. Burla, señalamiento, sarcasmo, etc.
- Resolución auto aclaratoria: Acudiendo a la auto comprensión y amor propio, ¿Qué de lo dicho afectó y por qué?
- Ser de una u otra manera no es determinante, somos un conjunto de características y si algo no se posee, sí que se tiene compensatoriamente otra serie de cualidades.
Ante la creciente demanda de ofendidos y ofensas es obligatorio aprender a auto gestionar el malestar. Ser consciente de lo que se es y lo que no, de lo que se posee y lo que no, puede ayudar inicialmente a encontrar otra vía de acción, saludable, coherente y adaptada a la realidad particular. Hay necios y hay sordos, pero también hay personas que escuchan con mucho detenimiento y personas receptivas que ante un mínimo indicio de aprobación o desaprobación podrían dar un giro radical a su propia concepción.
Reconsideremos los conceptos de libertad y respeto, si estamos de un lado de la balanza y seamos amorosos, introspectivos y comprensivos con nosotros mismos, si estamos del otro.