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Desintegración positiva
Alta Inteligencia Sensible
Educación Sensible
Persona altamente Sensible
Sobreexcitabilidad
by Raquel Pardo de Santayana Sanz / mayo 7, 2021

Una visión comprensiva de “cómo somos”

Conjunto, complejidad, marañas y evolución. La multiperspectiva realidad del ser humano y su abordaje desde la Teoría de la Desintegración Positiva de Dabrowski.

La Teoría de la Desintegración Positiva (TPD) de Dabrowski salva muchas de las reducciones de definiciones que se han ido elaborando desde distintos campos de investigación de las Ciencias Sociales y Humanas.

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La Teoría de la Desintegración Positiva (TPD) de Dabrowski salva muchas de las reducciones de definiciones que se han ido elaborando desde distintos campos de investigación de las Ciencias Sociales y Humanas.

Cuando un grupo de personas tiene un rasgo definitorio, tendemos a crear un constructo que agrupe una serie de características comunes asociadas y, creyendo que lo hacemos por el bien del propio individuo y de la evolución de la ciencia, nos afanamos en describir cada vez con más nitidez ese perfil hasta convertirlo en un decálogo del constructo que resume, reduce y constriñe a quien entra dentro de ese primer rasgo definitorio inicial.

¿Somos un rasgo definitorio y sus características asociadas o somos mucho más?

Evidentemente, nadie se atrevería a asegurar que somos reducibles a un solo constructo, la complejidad del ser humano nos deja claro que somos MUCHO MÁS (Dabrowski et al 1970).

La TDP de Dabrowski, entre otras muchas aportaciones, viene a ofrecernos, como mínimo, dos grandes avances en nuestros campos de estudio: el primero y más claro, una visión comprensiva de la persona, a quien entiende como un ser complejo y multidimensional posicionado a lo largo de un camino de evolución desintegradora que promueve su desarrollo y lo lleva a buscar su sentido único, de la mano de diversos dinamismos que lo ayudarán a avanzar y reestablecer sus estructuras no sin, para ello, sufrir conflictos internos, cuestionamientos existenciales, disarmonías… es decir, desintegración. El segundo es haber dado una nueva esperanza al mundo de las llamadas Altas Capacidades, ofreciendo una visión realista de qué son y qué suponen.

Cuando nos adentramos en la TDP, descubrimos que para “movernos” a lo largo de ese camino desintegrador, la persona dispone de un potencial de partida, el llamado por Dabrowski “potencial de desarrollo” (“developmental potential”, 1964) formado por tres componentes básicos: la herencia, el ambiente y un factor autónomo. Veamos brevemente cada uno:

La herencia recoge las capacidades y potencialidades del individuo bajo el concepto de “Over-excitabilities” (OEs) traducido como “Sobreexcitabilidades” (SEs) las cuales quedan referidas a las dimensiones: imaginativa, intelectual, psicomotora, sensitiva y emocional.

El ambiente tendrá mucho que decir, pues en función de las oportunidades que nos ofrezca, las SEs alcanzarán mayores o menores cotas de desarrollo y lo harán en uno u otro sentido.

Finalmente, el factor autónomo (ese tercer factor que da nombre a esta revista) será el detonante, pues es el que realmente dispara la necesidad de la persona para buscar el sentido a su existencia, la conciencia de su ser y el por qué de su búsqueda integradora.

Las personas con “Capacidad Compleja” van a partir de intensas sobreexcitabilidades que les harán vivenciar el proceso desintegrador con más y mayores conflictos

Cuando tomamos conciencia de lo que entonces supone el crecimiento personal, nos aparece mucho más clara la imagen de la complejidad y el entrelazado de factores que dibujan el camino que cada uno recorre. Es en este punto cuando viene a mi cabeza el término “Altas Capacidades” para perder su sentido y entender que debe convertirse en un constructo mucho más completo. No podemos reducirlo a los rasgos definitorios que comentábamos al principio, a un cúmulo de características. Si la esencia de la persona es compleja, su vivencia desde un alto potencial debe serlo también. Es entonces cuando, hace unos meses, decidí atreverme a definirlo como “Capacidad Compleja” (CC) y cuando lo verbalizo, me imagino un espectro, una línea continua en la que son muchos los factores que determinan y definen el por qué y el cómo de cada uno. No reniego de medidas psicológicas, ni de la necesidad de partir de un alto potencial intelectual pero sí reclamo mucho más. Las personas CC son aquellas que parten de una misma base, la que define la TPD, pero en las que las SEs y el factor autónomo resultarán más determinantes, pues su intensidad va a ser mayor y, por tanto, sus ciclos más rápidos pero también así sus conflictos y procesos desintegradores.

Es un término que va en la línea de la asincronía (Silverman, 2000), a la que el Grupo Columbus se refiere en su definición de “giftedness”, asegurando que quienes viven esta experiencia presentan una conciencia cualitativamente diferente de la media (“Giftedness is asynchronous development  in which advanced cognitive abilities and heightened intensity combine to create inner experiences and awareness that are qualitatively different from the norm. This asynchrony increases with higher intellectual capacity.”- Grupo Columbus, 1991).

Yendo más allá en la definición de conceptos, creo que los de “Superdotación”, “Alta Capacidad”, “Altas Capacidades”, “Alta Capacidad Intelectual”, “Talento”, “Talento Extraordinario”… no dejan de ser términos que nos alejan de la realidad de la persona que vive la experiencia de la Capacidad Compleja y que, además, y aún más preocupante, hace creer a quienes no conocen esta realidad “por dentro” que se trata nada más de personas con un alto potencial intelectual o, incluso, en consideraciones erróneas más extremas “un alto rendimiento”; ocultando así la más importante cara de esa poliedro que es la CC: a la persona y su desarrollo como tal.

Me fascina, por ello, el concepto de Personas con Alta Inteligencia Sensible (PAIS) (Domínguez Martínez, 2021) porque entiendo que pone el acento en lo que deberá ser el apoyo pedagógico y emocional de nuestros estudiantes y entiendo que en él caben todos; cabe la diversidad y, por tanto, las personas con “Capacidad Compleja”. Visto así, el proceso de enseñar y aprender no se centra meramente en alimentar el potencial cognitivo, sino en alimentar las ganas de crecer y dar pautas para que pueda hacerse vivenciando los conflictos internos de la manera más constructiva posible, evitando ahogarnos en las disarmonías.

Y ¿por qué defender un concepto desde la singularidad del término “capacidad” cuando el artículo aboga en todo momento por la variedad de factores?

Porque finalmente somos uno, es una sola persona la que recorre el camino de la evolución, la búsqueda del cambio y la que lo hace de una forma individual e irrepetible como solo uno mismo puede hacerlo, tanto en el peculiar desarrollo de sus potenciales como en la combinación única de los mismos. Volver a ahondar en la pluralidad de factores cuando queda claro en la propia definición que somos complejos, sería redundar en la misma idea; creo que la simplicidad de la “Capacidad Compleja” respeta la idea de la individualidad y, a la vez, aúna la multiplicidad de diversidades que hay dentro de esa individualidad.

Se entiende así Capacidad tanto como el cúmulo de características propias que el individuo posee de partida, lo que Dabrowski llama “esencia individual”, que se despliega como pontencial de desarrollo en la interacción de los tres factores: personal, ambiental y autónomo. Es esa peculiaridad única la que dibujará el proceso y lo hará propio, manifestando la esencia individual como la propia personalidad.

La educación debe dar a la persona herramientas para entenderse y afrontar su proceso desintegrador.

Los niveles a lo largo de los que la persona recorre el camino hacia la integración secundaria, es decir, hacia su “ideal de personalidad” requieren de una preparación específica. El hecho de que las personas CC, en muchas ocasiones, acusen con mayor intensidad el sufrimiento que supone buscar nuestro equilibrio interno, nuestro sentido propio, nos deja ver nítidamente que la preparación explícita para afrontar dicho proceso es necesaria. La responsabilidad educativa rebasa el establecimiento de objetivos y contenidos de corte académico, que debe ser competencial, pero en su sentido más comprensivo, trabajando de manera explícita las herramientas para afrontar la vida, cada estadio, periodo, nivel, experiencia; a través de una Educación Sensible, que entienda a cada persona como es.

Es así como el concepto de “integración educativa” toma pleno sentido, representando no solo la idea de aunar la diversidad y enriquecerse en ella, sino de la búsqueda de la integración de todos entre sí y cada uno para consigo (Piechowski, 1997).

REFERENCIAS:

  • Dabrowski, K. (1964). Positive Disintegration. London: Little Brown.
  • Dabrowski, K. (1967). Personality-shaping through positive disintegration. Boston: Little, Brown.
  • Dabrowski, K., Kawczak, A. & Piechowski, M. M. (1970). Mental Growth: through positive disintegration. London: Gryf.
  • Dabrowski, K. (1972). Psychoneurosis is not an illness. London: Gryf.
  • Dabrowski, K. & Piechowski, M. M. (1977). Theory of levels of emotional development, Vols I y II. Oceanside, NY: Dabor Science Publications.
  • Domínguez Martínez, L. M. (2021). Educar la Inteligencia Sensible. Guía para padres de hijos con alta sensibilidad. Navarra: EUNSA.
  • Mendaglio, S.(ed) (2008). Dabrowski´s Theory of Positive Disintegration. USA: Great Potential Press.
  • Piechowski, M. M. (1997). Emotional giftedness: the measure of intrapersonal intelligence. En N. Colangelo & G. A. Davis (eds): Handbook of gifted education. (2a edición). Boston: Allyn & Bacon, 366-381.
  • Silverman, L. K. (ed) (2000). Counselling the gifted and talented. USA: Love Publishing Company.
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