Bienvenidos
Desintegración positiva
Alta Inteligencia Sensible
Educación Sensible
Persona altamente Sensible
Sobreexcitabilidad
by Raquel Pardo de Santayana Sanz / octubre 10, 2022

Los estilos parentales y la Alta Sensibilidad

Los estilos parentales y la Alta Sensibilidad Raquel Pardo de Santayana Sanz Los padres, madres y tutores de personas con Alta Sensibilidad tenemos un papelcrucial en la forma en que esa característica determinante, tanto en su personalidadcomo en su desarrollo, va a manifestarse. Cómo atendamos a los sentimientos ligados a…

Los estilos parentales y la Alta Sensibilidad

Raquel Pardo de Santayana Sanz

Los padres, madres y tutores de personas con Alta Sensibilidad tenemos un papel
crucial en la forma en que esa característica determinante, tanto en su personalidad
como en su desarrollo, va a manifestarse.

Cómo atendamos a los sentimientos ligados a las emociones, la
forma en que escuchemos, la capacidad de leer entre líneas los
comportamientos de nuestros hijos e hijas, van a ser la clave de
un crecimiento emocional sano y saludable.

El impacto de nuestro modo de acompañar tiene consecuencias a muchos niveles,
tanto en la imagen que la persona crea de sí misma como la que genera del entorno, y
las relaciones sociales. Analicemos someramente cómo los estilos parentales pueden
afectar al desarrollo y crecimiento de las personas con Alta Sensibilidad. Del análisis de
cada uno de ellos puede deducirse que cualquier menor queda a merced de las
consecuencias de cada estilo, lo que es absolutamente cierto; sin embargo, en los
casos de Alta Sensibilidad, dada su susceptibilidad exacerbada a determinadas
variables, esas consecuencias serán, con mayor probabilidad, más extremas:

Estilo parental autoritario:

Caracterizado por una escasa comunicación, con gran cantidad de límites y condiciones
en las dinámicas familiares, basado en el rechazo de determinados sentimientos y el
rechazo, también y con más crudeza, a su expresión desmesurada.
Un ejemplo sería: “¿¡Cuántas veces te he dicho que no montes estos espectáculos en
público!?, Olvídate esta tarde del rato de jugar, así para la próxima te acordarás”.
Más que de un acompañamiento podemos hablar aquí de una
determinación/definición de conductas y actuaciones, hay una línea marcada de
acción y no cabe la libertad para que la persona experimente de forma libre sus
emociones, las explore y las pueda, de ese modo, conocer y “manejar”.
Generalmente, son ambientes familiares en los que se definen las formas en que se
debe responder a las vivencias, de tal modo que se estipula no solo el cómo sino
también el cuánto y el qué. Cuando algo sucede se espera un determinado
comportamiento, siempre comedido, y todo lo que se salga de ahí será penalizado con
más o menos dureza, pero seguro con consecuencias explícitas, bien verbales, bien de
otro tipo.
El menor de Alta Sensibilidad en dinámicas familiares autoritarias desarrolla una baja
autoestima; inseguridad en sus relaciones sociales y en su competencia emocional;
dependencia del adulto de referencia a la hora de tomar decisiones y resolver
conflictos; vergüenza, culpa y auto-rechazo cuando advierte que está sintiendo
emociones que están “mal vistas” en su ambiente familiar; ansiedad y estrés
provocados por el control constante y la presión ejercida por la ocultación de
sensaciones que necesitan salir y ser experimentadas. Todo ello desemboca, a su vez,

en estados continuos de mal humor, susceptibilidad, actitudes exigentes y poco
tolerantes…

Estilo parental evasivo:

En este caso la emoción no es rechazada pero sí evitada, es decir, cuando aparece un
sentimiento que se entiende incómodo o socialmente poco correcto, se intenta evitar
de una de estas formas:

  • O bien se reconduce la situación mostrando opciones a las que acudir en
    sustitución a la que de manera natural aparece: “¿¡qué estás triste!? Esto no
    puede ser, ahora mismo lo solucionamos, ¿qué te apetece hacer? ¿vamos a dar
    un paseo? ¿leemos un rato uno de tus libros favoritos? Venga, vamos a hacer
    que te divierta.”
  • O bien se explicita que no es el momento para ese sentimiento y, por tanto, de
    nuevo se obvia: “Pues siento mucho que no quieras ir al colegio hoy porque no
    estás feliz allí, pero no tenemos opción, yo tengo que ir a trabajar y tú debes
    estudiar, así que ¡sube ya al coche, que llegamos tarde!”
    Lo que sucede entonces es que el menor va a sentir que no hay tiempo para atender
    sus sentimientos, que no son importantes, que no son una prioridad. Esto facilitará
    una actitud retraída hacia todo lo que sea mostrar sentimientos, una tendencia a la
    represión más que a la ocultación (como sucedía en el caso previo). Inevitablemente,
    ese tipo de actitudes provocan explosiones o implosiones posteriores en las que la
    persona colapsa porque no puede contener todo lo que necesita sentir, toda la
    intensidad que le caracteriza.
    Aparecen sentimientos de vacío, de soledad, se produce una separación afectiva de las
    figuras de apego y se buscan nuevos refugios fuera de la unidad familiar. La represión
    de sentimientos no vividos y no experimentados crea una constante confusión
    emocional interna que lleva a esa espiral en que la persona se siente incapaz de
    gestionar adecuada y saludablemente cualquier episodio intenso, lo que de nuevo
    conduce a más soledad y aislamiento.

Estilo parental permisivo:

En el caso de un estilo parental permisivo el menor tiene una mayor libertad a la hora
de explorar y experimentar sus sentimientos. Generalmente, no hay límites ni
represiones, pero tampoco hay un acompañamiento consciente y maduro del
desarrollo emocional lo que hace que, a pesar de poder tener la “libertad de sentir” y
lo que ello supone a nivel catarsis y plenitud, no se trabajan las emociones y las
reacciones. En este caso, por consiguiente, la persona no explora en qué modo y
medida puede gestionar sus sentimientos. Esto provoca que tenga una falta
importante de estrategias sociales, sensación de saturación emocional, auto-imagen
desajustada y escaso control sobre sus comportamientos, reacciones y actitudes.
Lejos de promocionar un mejor conocimiento de sí mismo, se crea un mundo interior y
una percepción de las relaciones sociales desajustada, con una notable incapacidad de
posicionarse en perspectivas ajenas a la propia a la hora de analizar situaciones.

Estilo parental de acompañamiento:

En él hay espacio y tiempo no solo para sentir sino también para hablar de ello. Como
suele decirse, los niños son niños y, muchas veces, por eso olvidamos que
precisamente por serlo, están en un proceso de crecimiento que requiere guías,
límites, reflexiones, modelos…
Los niños son niños que tienen que experimentar, emocionarse, reír, llorar, gritar… y si
sabemos aprovechar las situaciones podremos, además, hacer que entiendan por qué
ríen, lloran, gritan… y cómo pueden hacer para aprender a controlar si tienen
reacciones que no son positivas porque les hacen daño o dañan a otros.
Cuando hay una emoción y, por tanto, un sentimiento asociado, debemos observar,
tratando de identificar qué puede estar pasando. A veces, el menor va a decir algo que
nos ayude a saber, sin embargo, otras veces solo nos va a contar una situación de la
que vamos a tener que deducir qué puede estar sintiendo, qué está pensando y
pasando, para ayudarle a identificarlo.

Es así, siendo su espejo, como podremos hacer que vaya
conociéndose, asociando situaciones y experiencias a
sentimientos y dibujando así vivencialmente su “mapa
emocional”.

Tomar el tiempo de escuchar, de hablar de cómo nos sentimos y por qué nos sentimos
de esa manera, a veces sin pretensión de buscar soluciones si no se requieren, sino
solo por el hecho de conocernos mejor y poder diseñar, definir y alimentar ese mapa.
El menor se siente escuchado, respetado, entendido, arropado… todo ello le ayuda a
estar más tranquilo, a saber que cualquier sentimiento es válido (no así las reacciones),
y que podemos aprender a conocerlos y saber cómo darles respuestas que sean
satisfactorias, que nos ayuden a superarlos satisfactoriamente con el tiempo que
requiramos.

Se desarrolla una auto-imagen ajustada, integrada en el
entorno desde una visión nosicéntrica y, por tanto, con la
capacidad de entender a otros y relativizar las situaciones en
función de otras perspectivas, dimensionando adecuadamente
los sentimientos.

Se siente la capacidad de gestionar los sentimientos propios y, por ende, la satisfacción
de no quedar a la suerte de una deriva emocional, sino de tener el control de quien se
conoce y está preparado para disfrutar de vivir.

BIBLIOGRAFÍA

  • “The Simplicity Parenting” podcast with Kim John Payne. Audible Books.
  • Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. New York, Bantam Books.
  • Damasio, A. (2020). Feeling and Knowing: making minds conscious. Penguin
    Random House.
  • Brown, B. (2010). The Gifts of Imperfection. Minneapolis, Hazelden Information
    & Educational Services.
Share this article: