Historiadora de cine por la Universidad Complutense, actriz (Instituto Chejov de Londres y Taurus Film),escritora y docente. Imparte clases de cine, teatro, y narrativa audiovisual (Universidad Villanueva, Universidad de Navarra, UNED y Universidad Francisco de Vitoria). En Con Causa, desarrolla proyectos culturales y es co-creadora de la Técnica Conectiva, técnica teatral psicofísica aplicada a la gestión emocional y neuroteatro.
- Tú como artista, ¿Cómo definirías la sensibilidad?
Una persona abierta a las percepciones sensoriales. Es decir, consciente de la repercusión que tiene mi cuerpo, mi psique, mi espíritu…mi todo. Todos los estímulos sensoriales que nos rodean. Mi oído (sin dejar de usar otros sentidos), mi olfato, gusto, tacto… Una persona sensible utiliza los cinco sentidos de manera global, generalizada. Con unos sentidos muy abiertos. Es ser muy consciente de todo lo que me rodea y de saber todo lo que me rodea con equilibrio. Si no hay equilibrio, esta percepción sensorial se desdibuja.
2. ¿Cómo podría esta sensibilidad estar equilibrada?
Ordenando los deseos. Hay dos grandes deseos que lo desordenan todo: El deseo de fama y el de poder. Cuando ordenas los deseos, todo se pone en su sitio. ¿Qué es lo primero que debes desear? Amar. Amarte a ti y amar al otro. Así se pone todo en su sitio.
Estos deseos son el talón de Aquiles de cualquier artista.
3. ¿Esto podría relacionarse con el Ego?
Sí, El Ego. Por resumirlo podría ser el Ego. Pero hay un Ego bueno y otro que no. Los artistas estamos todo el día expuestos. Tenemos la necesidad constante de un feedback. Pero no de manera compulsiva, sino de manera creativa, potenciadora, que desarrolla el talento propio.
4. ¿Podría estar implicada la motivación?
La motivación implica siempre al otro. Pero hay que empezar primero por lo que yo percibo, cómo entra en mí, cómo algo se activa en mi inconsciente y cómo pasa después a mi cerebro pensante. Y es importante que pase a ese cerebro pensante, que se haga realidad, porque si se queda en el inconsciente es muy malo. El Ego de un artista debe estar fluyendo, no puede embarrancarse (como el agua de un río que no corre). Así no sirve tu trabajo, porque sólo te estás buscando a ti mismo. Al final, este estímulo es un diálogo con el Universo. Es una interiorización que siempre tiene que tener ese juego de recibir y dar.
5. ¿Qué aspectos te parecen clave transmitir a través del arte, en tu caso el teatro? En esta cultura del feísmo en el que se transmiten violencia, sensualidad, del todo vale…
Es muy complicado, porque hay tantas sensibilidades como miradas. Y las miradas dependen mucho de las vivencias personales que ha tenido cada uno. Y esto es bastante intimidatorio. No podemos juzgar.
6. Más que juzgar, ¿Qué te parecería positivo transmitir?
Cundo intentas transmitir algo, estás imponiendo una forma de ver. Es más interesante ser un canal, más que transmitir.
En la creación hay un intangible con el que todos los artistas estamos de acuerdo (sea cual sea nuestra condición). El artista tiene esa suerte de estarse preguntando qué debe mostrarse en una obra de arte. Esta es la pregunta. Aquí tiene que haber Verdad. Si yo utilizo el arte como una forma de asentar algo. El arte no puede ser panfletario. Eso no es arte, puede ser marketing, puede ser bonito… pero no es arte. El arte es algo mucho más sensible. Es la gran pregunta. Nos estamos siempre preguntando, respondiendo y volviendo a preguntarnos. Y esto nos mantiene siempre vivos, porque no nos anclamos en preguntas totalitarias. No hay blanco ni hay negro. Hay personas. No es medible, como la física cuántica.
7. Pero ¿Podría ser una herramienta para remover conciencias? Tal vez haya que mostrar algunas realidades…
Sí, pero aquí se está ideologizando en vez de enfrentarte con Verdad a la pregunta que te estás haciendo. Es vano, superficial, no satisface a nadie, se ahoga en sí mismo. Es esa charca podrida. Ahí están muy a gusto los microbios que allí viven, pero no satisface a nadie más. No trasciende.
8. ¿No trascendería, por ejemplo, el caso de Ucrania?
Imagínate que yo quiero escribir una obra de teatro. Acabo de terminar de escribir una obra titulada «Celia en la Guerra Civil» (de la Editorial Renacimiento), basada en una novela de Elena Fortún, “Celia en la Revolución”. Mi proceso creativo ha sido basado en una referencia literaria. Me pongo como si fuera Elena Fortún cuando escribió dicha obra. La vivió. Vivió ese horror. Para que este horror trascienda, no se puede hablar de buenos y malos, sino trascender esa experiencia vital de esa persona que ha vivido ese momento. Entonces es cuando surgen las preguntas verdaderas: ¿Qué es el mal? ¿Qué es la Guerra? La artista se plantea todo. Luego ir a lo que tú piensas es natural y va a salir por los poros de la obra, ya sea literaria, teatro, obra pictórica… Hay algo de tu manera de mirar que se va a ver en tu obra. Pero la pregunta que nos hemos hecho no es ¿Pero Negrín era bueno o malo? No. Se trasciende a Negrín. Estamos hablando de procesos creativos. Luego ya hay una justicia, pero eso ya no nos corresponde a los artistas. Los artistas nos hacemos preguntas y hacemos que os hagáis preguntas y si las respondemos hacemos mal, porque dogmatizamos o ideologizamos. Lógicamente hay una intuición de la respuesta. Pero la Verdad está siempre viva, latiendo. Y si queremos capturarla, la matamos. Esto es lo que le pasó a Nietzsche, se quedó encapsulado porque quería agarrar lo instantáneo de la belleza y no supo admirar o contemplar, asombrarse. Sin embargo, frente a Nietzsche, tenemos a Albert Camus, a pesar del horror que vivió. Vivió la Segunda Guerra Mundial, que fue horrible para toda Europa. En sus obras se ve ese horror. Hay mucho existencialismo y mucha pena. Pero siempre hay una pregunta. Por ejemplo, en “El Malentendido” de Albert Camus, donde se pregunta ¿Qué puede sostener a una persona ante el horror de la muerte? Lo que le sostiene a una de las protagonistas es el Amor. Aunque es una obra muy dura, pues todos acaban suicidándose. La madre, antes de suicidarse se da cuenta de qué es lo que la sostenía y era el amor de su hijo. Al final es el Amor lo que sostiene a cada uno. Y esto lo tenemos que encontrar cada uno en nuestro camino, aunque sea duro. Es distinto exponer algo duro que la cultura del feísmo.
¿Qué hay más bello que el arte de Caravaggio? Y, sin embargo, ¿Cómo se llama su arte? ¡El Tenebrismo! ¡Lo feo! Pero hay verdad en Caravaggio y conmueve. No sólo se queda en lo feo. Hay algo que trasciende. La gente se impacta, porque hay una pregunta en el fondo de toda esa podredumbre. En el Guernica de Picasso pasa lo mismo. Cuidado luego con los iconos. Que esto no es arte. Igual que con los eslóganes fáciles. Como un Lorca, Oscar Wilde o Picasso, estandarizados y solamente visualizados desde una perspectiva. Nada más lejos de Oscar Wild. Sufrió mucho su homosexualidad, pero no sólo porque no pudiera salir del armario, sino todo lo que eso conllevó.
9. Nos queda claro, al final, para llegar a cada sensibilidad, a cada mirada, hay que transmitir Verdad.
Claro, ese es el verdadero lenguaje universal. Todos estamos en camino. Joseph Ratzinger comienza uno de sus libros con un cuento. Dicho cuento (un relato parabólico), de Harvey Cox, es “El payaso y la aldea en llamas”: Se cuenta que en Dinamarca un circo era presa de las llamas. Entonces el director de circo mandó un payaso que ya estaba listo para actuar a la aldea vecina para pedir auxilio, ya que había peligro de que las llamas llegasen también a la aldea. El payaso corrió a la aldea y pidió a los vecinos que fueran rápidamente hacia el circo, que se estaba quemando, para ayudar a apagar el fuego. Pero los vecinos creyeron que se trataba de un magnífico truco para que asistiesen los más posibles a la función. Aplaudían y hasta se les saltaban las lágrimas de risa, pero al payaso le daban más ganas de llorar que de reír. En vano, trató de persuadirles y de explicarles que no se trataba de un truco, ni de una broma, que la cosa iba en serio. El circo estaba quemándose de verdad. Cuanto más suplicaba…”
Quiero decir con esto que el arte y la creatividad nos ayudan a todos a plantearnos la verdad de nuestra existencia. Las preguntas eternas: ¿Por qué? ¿Para qué? ¡La duda nos mantiene vivos! Es la creatividad la que nos hace vivir procesos vitales que nos ayudan a trascender. Se van asentando en nosotros verdades conscientes y de repente, encuentras un diálogo que todo el mundo puede entender y no eres un payaso que grita “fuego, fuego”.
O educamos en sensibilidad, o acabaremos siendo el “payaso en la aldea”. Esto lo refleja también Zygmunt Bauman en su segundo ensayo sobre la modernidad (que sustituye a la Postmodernidad) “Amor líquido”; donde explica la manera de mirarnos y relacionarnos. Habla sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Muy frágiles. No hay vínculos humanos. Por eso la gente se cierra en eslóganes rápidos, pero eso no es arte. El hombre no son 140 caracteres. Se puede hacer mucho bien, pero o nos empeñamos en educarnos en sensibilidad o seguiremos siendo el payaso en la aldea. ¿Queremos ser un payaso en mitad de una aldea o una fuente de la que todos puedan beber? Todo esto, sin renunciar a tus principios, claro.
10. ¿Cómo hacer para no ideologizar? ¿Cómo exponer algo sin que entre tu subjetivismo?
¡No se puede! Todos tenemos unas raíces (aunque creamos que no las tenemos).
El subjetivismo es necesario. Pasa por ti. Pero luego lo transformas. Lo recibes, lo das, se va transformando, lo das… y surge una verdad. Es puro subjetivismo.
Lo que yo doy es recibido por el otro. Pero el otro tiene que estar abierto. Entonces nos preguntamos: ¿Estamos abiertos a recibir?
11. ¿Es bueno estar abierto a todo?
Aquí hay un problema. A veces nos confundimos. No tengo la verdad absoluta, de hecho, me encanta escuchar a la gente, pero pienso que el gran problema de hoy día es que nuestra mente se ha hecho a no escuchar. Estar abierto es estar en escucha. Estar en escucha activa que hace también estar alerta. Pero si yo no estoy en escucha, no voy a poder encontrar el hilo que me une a esa persona, aunque sea tan diferente a mí. Cuando encuentras ese hilo, empiezas a tirar de él y puedes rescatar. Escrivá de Balaguer era un gran creativo. El se dejó hacer. Estuvo abierto a todo. Le fue dado.
Estar abierta te expone también. Nos tienen en la cultura del miedo, que no nos deja pensar, nos bloquea. Hay mucha gente que hace mal, pero creo que no lo hacen conscientemente.
El arte nos lleva a la verdad por esto. Nos aleja de todo esto que estamos comentando. Siempre hay un hilo de verdad que nos une a todos. Todos estamos en el camino. Esa apertura de mente es de verdad estar abierto a todo. Por eso sí que hay que estar abierto a todo.
12. Pero… ¿Habrá que tener algún tipo de filtro o algo que haga seleccionar qué te hace bien?
¡Claro! Cuando uno está transformando lo que ha recibido, en esa transformación es en la que te juegas la vida. Cuando uno dice ¡Sí! Eso llena todo. Ahí hay una certidumbre enorme. Como en el caso de Albert Camus. Cuando la madre de su obra descubre que la certidumbre que tiene es el amor de su hijo, necesita morirse, porque necesita ir a donde ha ido su hijo, ¡a quien han matado! No justifico el suicidio, pero aquí hay una verdad mucho más poderosa que ella misma, que es el Amor. El ser humano sabe lo que es Verdad y lo que no. Lo que pasa es que a veces no quiere dar ese paso, porque es más cómodo.
13. En esta línea, ¿el sufrimiento podría ayudar a la creatividad y la sensibilidad?
¡Qué buena pregunta! ¡El misterio del dolor! Has ido a una de las claves. La perplejidad del hombre ante el misterio del dolor es la pregunta clave, porque el ser humano no está llamado para sufrir. Toda esta cultura de “Dios sabe más” … Dios no es un ser que quiera tu mal. No quiere el mal, ni lo permite, pero ocurre. Existe el libre albedrío, que es otro misterio insondable. Pero no sólo el libre albedrío del hombre, sino de la naturaleza también.
Vuelvo a la física cuántica, que no soy experta y todo lo que he leído son cosas muy básicas y divulgativas. Pero cuando atisbas el mundo cuántico ves cosas ¡tan bellas! El cuark, partícula más pequeña que el átomo e intangible es la que hizo ver a Einstein que “Dios no juega a los dados”. Luego otros autores posteriores le dijeron: “Pero tú no puedes decirle a Dios con qué dados jugar”.
El cuark no se ve. Son ondas. Los cuarks tienen comportamientos anti-intuitivos. No responden a una lógica. De aquí que Einstein dijera: “Dios no juega a los dados”. Él tuvo un lapsus hacia atrás. No quiso avanzar en la física cuántica.
Los protones y neutrones dibujan formas circulares y se están moviendo continuamente. Entre ellos hay millones de cuarks. En realidad, desde la dimensión cuántica no hay nada. ¡Hay millones de nada! En realidad, estamos en una dimensión que no es la real. Vivimos en una dimensión espacio-temporal que no es real.
Los científicos se preguntan: ¿Qué hay entre esos protones y neutrones? ¿Qué es esa partícula cuark que tiene don de ubicuidad, don del entendimiento, telepatía, don de la conexión a pesar de estar a millones de distancia…? Estoy hablando de los dones preternaturales (esto es mío, no es que lo haya leído en ningún sitio). La película Intelestellar explica muy bien esto de la dimensión espacio-temporal. El comportamiento de las estrellas, el Sol… es imposible no llegar a la conclusión de que uno no es nada en comparación con “eso” que sostiene al mundo entero, que es sonido, que es Dios, que es el Big Bang. Es la palabra. Las partículas cuark son intangibles. Nos mantiene, físicamente hablando, el sonido. Por eso es tan importante la voz. Lo que emitimos y damos, hace muchísimo bien o muchísimo mal. Y si lo aterrizamos en la gestión de las emociones… Si yo grito, estoy estresada… eso se nota en el ambiente. Cómo generes tus ondas sonoras, transmite mucho. Es algo extraordinariamente sensible.
Por eso es increíble pensar: ¡no somos nada! Si soy consciente de esto y la ciencia me lleva a ver esta gran verdad, no soy nadie para juzgar a nadie. Estoy hecha para amar a todos. Nos unen muchísimas más cosas de las que nos desunen. El arte, intuitivamente, ayuda a aterrizar ese intangible. Ese arte, cuando es de verdad, conmueve, resuena en las partículas de todo el universo. No nuestra verdad, sino la Verdad. Cada uno observa una verdad. Nosotros también somos muy limitados en observar y entender la verdad. ¡Hay tanto a lo que abrirse! Lanzarse a esa pregunta es estar abiertos. Si no, nos quedamos muy pequeños.
Dostoievski decía que “la belleza nos salvará”. Es fundamental vivir dos cosas: Vivir para ser felices (¡y todo lo que no me haga feliz fuera!) y mirar como un niño. Los niños descubren el mundo con los sentidos: huelen el mundo, chupan el mundo, miran el mundo, escuchan a su papá, a su mamá, el latido del corazón… son pura sensibilidad, pura apertura al mundo. ¡Por eso es tan bonito un bebé! ¡Por eso es tan bonito un niño! ¡Su inocencia! “Quien corrompa a un niño tendrá…” Ese es uno de los grandísimos pecados… Toda la trata de blancas, el aborto, la corrupción… el gran, gran, gran mal de hacer daño a los niños.
14. “Todo lo que no me haga feliz, ¡fuera!” ¿Cómo explicar que no todo lo que a uno le ocurre y le hace sufrir es sinónimo de algo malo, sino que dentro de ese sufrimiento puede encontrarse la felicidad?
Volvemos al sufrimiento. El dolor. Ante realidades que son taxativas como, me he quedado sin pierna ¿por qué? O, me estoy quedando sin vida, ¿por qué? La única forma de no caer en la desidia o el odio es abrazar.
Imaginaos la naturaleza. Vibrar con cómo funciona la naturaleza. El comportamiento de la naturaleza, que no es anti-intuitivo, sino que la naturaleza también se ha hecho carne, hay una lógica. Está sosteniéndose todo. No estamos en los dones preternaturales, estamos en una nueva dimensión y suceden cosas que están fuera del control del ser humano. Por ejemplo, hay un terremoto y se muere mi hija ¡Qué horror!
Ante un huracán los árboles que resisten son los flexibles. Tienen la capacidad de ser torcidos hasta el límite y luego volver a su sitio. Los que se resisten, son arrancados de cuajo. Es muy bonito ver a la gente que trabaja con la madera. Es muy importante esta flexibilidad. Son creadores. Saben de esto mucho.
A lo que uno se resiste, permanece y lo que uno abraza, se desvanece. Cuando uno abraza, acepta el dolor, su situación, esa frustración desaparece y, para que eso ocurra, hace falta mucho acompañamiento. Ante esa situación ¡no se puede hacer nada! ¡Acompañar! Tú mismo te tienes que acompañar a ti mismo. No puedes hacer más que esperar, abrazarlo, que pase. Ante el misterio del dolor, el sufrimiento…, no vale: “Dios sabe más”, “Es por tu bien”. El verdadero Dios está en silencio acompañándote. En esa escucha, en ese abrazar, se va desvaneciendo el dolor, se va aceptando. Que no es resignarse, pues resignarse tiene una connotación de resistencia: “lo acepto, pero no lo quiero”. Que también está muy bien. Pues enfadarse a veces y preguntarse ese por qué es muy sano.
Cuando vosotras veis el David de Miguel Ángel ¿qué cualidad os surge? ¿Veis el David de Miguel Ángel como algo especialmente difícil de ver; con sus músculos, un desnudo, ¿proporciones perfectas…? ¿Cómo lo veis, además de produciros asombro? ¿Cómo lo miráis? ¿Con facilidad? Es eso, es un estupor y una sensación de facilidad. Uno se asombra y poco a poco se va llenando… ¡Esto es! ¡Es! No se impone. Ahí también hay verdad. No se está imponiendo. Miguel Ángel no se impone, sólo descubre. Lo decía él: “Le quito lo que le sobra” Y… ¡Esto nos lleva a Dios! Y Miguel Ángel tuvo una vida muy promiscua. No juzgamos a los autores por cómo sean.
Martin Scorsese, en la “Última tentación de Cristo” también habla de Dios. Y no podemos quedarnos en esa obra como: “no está contando la verdadera historia” sino en que está dando en la clave. A veces le rechazamos por quién es y no por lo que nos transmite. ¿Vivimos en una cultura abierta o en una cultura de retaguardia? Tenemos que aprender a abrir nuestra mirada.
15. Los artistas, al final, tenéis una responsabilidad muy grande…
Sí. Por supuesto. El arte transforma. Si no, no está respondiendo a nada.
16. Por esto mismo, quizás, podéis estar más expuestos a este sufrimiento. Esa creatividad, a parte de la parte física (con muchas ideas en la cabeza…), en general, os hace sufrir más. Tenéis que ser personas más sensibles.
Si, sufrimos más. Por eso también hay mucho suicidio en nuestra profesión. Este no es un tema superficial. ¡Por qué dolor tiene que pasar una persona para que piense que se tiene que morir! Hay algo tremendamente oscuro detrás del suicidio.
Es muy frustrante el mundo del arte. Debes conservar mucho el equilibrio, rodearte de gente que quiera de verdad. Yo se lo digo mucho a los alumnos: “Si no tenéis la capacidad de creer, o de pensar o, mejor, de aceptar, que no vais a dirigir una película hasta los 50 años, dejad esta profesión”. Por que Bayona hay uno. Él, además de ser muy bueno, tuvo mucha suerte. Amenábar es otro. Pero hay pocos… Steven Spielberg, ¡un prodigio! Su primera película es “El diablo sobre ruedas”. ¡La perfección del suspense! ¡Superando a Hitchcock! No sé si habéis visto esa película, pero es puro lenguaje. Las películas de terror tienen mucho de antropología y de psicología. Hablan de nuestros miedos. Yo soy fan de las películas de terror. Lo sé, somos frikis los artistas.
17. ¡No! ¡Lo que os ocurre es que estáis más vivos!
Sí. Nos agarramos a nuestras raíces. Esto es importante a la hora de estar abiertos. Cuando uno está bien arraigado, puede abrirse al otro.
18. ¿Se pueden conseguir esas raíces a través de esa experimentación, esa apertura a todo e ir viendo qué es lo que vibra o resuena contigo e ir formándote? O, por ejemplo ¿podríamos usar el teatro como herramienta para ayudar a niños y adolescentes con una alta sensibilidad y con un exceso de empatía o al revés?
Umm… Voy buscando las respuestas con vosotras… Vamos a ir a Scrosese. Hizo la película de “Silencio” y abrió la caja de pandora de lo cerrados que a veces estamos en la Iglesia.
Él no hubiera llegado a esto si no hubiera pasado por los años terroríficos que pasó probándolo todo. De ahí “Toro salvaje”, “Taxi driver” … películas durísimas con protagonistas que tocan el infierno.
Hay que vivir los procesos, porque si no estamos condenados al producto final, a algo cerrado ya. Te regalan una caja bien empaquetadita y ¡te la comes! ¡Te comes un elefante porque no estás abierta!
19. ¿Algo a destacar en esta entrevista?
¡Hay que simplificar! ¡Me encanta el mundo de las emociones! ¡Pero cuidado con el mundo de las emociones! Porque te pueden llevar a una verdad falsa. A Luis Melchor le hicieron una entrevista y al final de la misma, al estar abierto, a la chica que le entrevista le preguntó: ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Cuál es tu historia de vida para tener esta acritud contra la Iglesia católica? Y respondió: ¡Porque me sentí engañada!
Había hecho de todo: dar catequesis, ir a encuentros…
Yo iba a todos esos encuentros y salía inflamada de fe, alegría, buen rollo, esponjada… feliz… Con una serie de sentimientos… Y resulta que un día fui a un concierto de Kortatu y salí con la misma sensación y entonces pensé: ¡No es verdad! ¡Ahí no está Dios! ¡Me han engañado! ¡No era verdad!
No podemos adornar las cosas. A Dios no se le adorna. No necesita focos… Dios ya hizo su puesta en escena: La Creación.