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by Luis Manuel Martínez Domínguez / enero 7, 2023

PAS ante las personas egocéntricas

Cualquiera ante alguien con personalidad psicopática o narcisista es susceptible de quedar dañada. No digamos cuando la persona es altamente sentible. Así, al referirnos al impacto patógeno que tienen en los PAS la relación con otras personas, no sólo me referiré a aquellas con desórdenes clínicos de personalidad, también se…

Cualquiera ante alguien con personalidad psicopática o narcisista es susceptible de quedar dañada. No digamos cuando la persona es altamente sentible. Así, al referirnos al impacto patógeno que tienen en los PAS la relación con otras personas, no sólo me referiré a aquellas con desórdenes clínicos de personalidad, también se puede abrir el espectro a las personas egocéntricas que sin tener una patología, cuentan con una personalidad inmadura y su necesidad de ser admirados, sostenidos, servidos o dejados a su aire, hacen que los PAS vivan en vilo y terminen por quemarse.

Lo primero que se debe advertir es que la PAS se quema tanto más en la medida de su propia inmadurez. En las relaciones de daño no hay un abusador y una víctima sin más, lo que suele haber siempre son dos personalidades inmaduras.

Cuando la PAS es madura, detecta el problema y pone medios para evitar el impacto. Aunque a veces, es posible que se encuentre en un estado de necesidad relacional y tarde un poco en reaccionar.

Lo segundo que conviene señalar es que el egocentrismo en sí mismo es un rasgo necesario para la supervivencia del individuo y para estar en disposición de desarrollar su potencial y servir a los demás. Por tanto, sería un error considerar el egocentrismo como un rasgo negativo.

Lo que es negativo es la inmadurez del egocentrismo, y es cuando nos referimos a una persona como «egocéntrica» porque no sólo se cuida, sino que ha puesto como fin de su vida el bienestar psicológico de su cuerpo-mente.

El egocentrismo inmaduro es una tendencia a creerse el centro de todas las cosas, a priorizar en sus preocupaciones orientadas hacia sí mismo. Es una tendencia a considerarse con el derecho de recibir las atenciones externas como casi un deber, si no un deber, de los demás, en particular de sus familiares, parientes, amigos y servidores públicos o contratados.

Considerando el mundo como «el mundo según su ‘yo'», entiende como natural que sus opiniones sean más importantes que las de los demás, o al menos más acertadas y no hará algo que al final no sea por y para sí. Incluso los actos de generosidad y servicio son auténticas inversiones que no dudará en registrar y cobrarse a toda consta. Y de no poder hacerlo, mantendrá la deuda en su lista de agravios.

Lo tercero, sería decir que no hay dos egocéntricos iguales y que sus manifestaciones pueden ser muy diversas. Incluso, una misma persona puede pasar por diferentes etapas o actitudes en función de la respuesta de quienes tenga a su alrededor.

Y lo cuarto, no sólo existe el daño que producen las personas egocéntricas singulares con las que se vincula una PAS, sino también las comunidades, que como colectivo más que egocéntricas, se le podría llamar instituciones autorreferenciales en la que los PAS vivencian una experiencia semejante a la de convivir con una persona singular egocéntrica.

PAS inmadura vinculada a un egocéntrico: sufrimiento garantizado

Aquí entran dos factores en juego. Uno, separarse de los egocéntricos y dos, madurar para detectar antes a los egocéntricos, y en caso de vínculo obligado o conveniente, saber cómo gestionar las relaciones para no verse afectado de manera insoportable.

El sufrimiento del PAS ante la persona egocéntrica es similar al de la ranita que se mete en la olla de agua templada, y que poco a poco se va calentando más y más. Las PAS, por su sensibilidad detectarían a la legua el agua hirviendo, pero es precisamente que en un instante, capta una temperatura ideal y luego, su empatía les lleva a adecuarse a la temperatura del egocéntrico hasta llegar a hervir sin saber qué está pasando o incluso con sentimiento de culpa.

La rana accede a la olla por su agua ideal.

En un principio, la PAS se siente muy comprendida por el egocéntrico que sabe acariciar su inmadurez: carencias, heridas no cicatrizadas, necesidades no resueltas y vulnerabilidades. La PAS se siente animada al vínculo como protegida, por fin valorada, cuidadora… En fin, roles que la PAS desea vivenciar.

Una vez en «la olla», el egocéntrico empieza a abusar o controlar. Lo que era una ayuda o una interdependencia, se convierte en una relación confusa y pegajosa. Por un lado, aprecia a esa persona y trata de disculparla en sus errores, que cada vez son más comunes y menos justificables.

Aún así, trata de no tenerlos en cuenta, cede, trata de arreglar, de explicar, pero nunca es suficiente y siempre con la esperanza de que el egocéntrico cambiará; pero ese es el error. El egocéntrico adulto, al menos por esa vía, no cambia.

Mantengo como educador, que todos podemos cambiar, pero la inmadurez del egocéntrico no se cambia con la inmadurez del PAS. El egocéntrico debe dar con alguien maduro y que desinteresadamente esté dispuesto a acompañarle en el camino con asertividad. O también, puede ocurrir, que el propio egocéntrico, visto el lugar al que ha llegado con su actitud, pida ayuda y acierte con la persona.

El hecho es que la PAS se frustra ante la incomprensión selectiva del egocéntrico. Nunca logra complacerle y eso resulta frustrante. Si la PAS sigue modosita, el egocéntrico puede que se muestre apadrinador y compasivo, pero si la PAS se revela, el egocéntrico puede poner todas sus cartas de daño sobre la mesa o sencillamente, le muestre su indiferencia o desprecio.

Dentro de «la olla» del egocéntrico, la PAS se siente irrelevante, le baja la autoestima, se deprime como si su opinión no importara, cómo si hablara otro idioma. Incluso llega a dudar de sí mismo, se cuestiona su cordura y su percepción. Incluso se deja medicar, pero ahí no está el problema, al menos el problema nuclear.
El caso es que la PAS siente afecto por el egocéntrico, pero no es tanto amor maduro como amor inmaduro: sentimentalismo, orgullo, lástima o tristeza por sí misma al verse tan desafortunada e incomprendida.

El afecto es una especie de necesidad de verle complacido, necesidad de no contristar a nadie y así, en su servilismo, en su necesidad de ayudar a todos se esconde un humus de egocentrismo; en su anhelo de servir a los demás, realmente, la idea principal es causar la mejor impresión posible a los demás y no tanto el bien que les pueda aportar.

Llegado un punto, la PAS estalla con ira y al poco, eso le hace sentir culpable. El egocéntrico aprovecha para culpabilizar y enjuiciar las salidas de todo y perdidas de control. Se puede entrar en un circulo vicioso mentalmente encarnizado.

La PAS ve como todo se lía más y más. El resentimiento llega con el tiempo y eso hace que la vida sea amarga.

La PAS se siente sepultada, pero el rencor y la desesperación lo que le lleva es a seguir escarbando hacia abajo; necesita a alguien que le ayude a darse la vuelta.

Ante la impotencia, la PAS puede llegar a perder su sensibilidad. Se desapega de todo, la soledad es la única compañía y aquí está el peligro de encontrarse con algún grupo gnóstico o esotérico que aporte un refugio emocional, que aporte seguridad, que infle la autoestima, pero sin sanar las heridas, sin madurar la personalidad. Dentro de ese grupo, poco a poco la vivencia volverá a repetirse, pues si las «personas espirituales» son narcisistas, al final, lo que ocurrirá es que la PAS se vuelve egocéntrica y narcisista con aires de espiritualidad.

Tal vez sea un refugio que le proteja, y podrá durar más o menos, pero sólo en el propio «hogar interior», la PAS puede encontrar su auténtica felicidad. Sin miedos, sin técnicas: solo amor, agradecimiento, apertura, receptividad, comprensión y esperanza para seguir viviendo una vida llena de sentido.

Detectar a los egocéntricos

No hay dos egocéntricos iguales y además, todos podemos tender al egocentrismo si nos separamos de nuestra «Fuente» con la que formamos un «nosotros» en nuestro «hogar interior». Yo a eso le llamo el nosotros original.

No hay dos egocéntricos iguales, pero si se pueden señalar algunos ingredientes básicos:

  • Centrado en la propia percepción y opinión.
  • Falto de empatía.
  • Incapaz de reconocer las necesidades de los demás.
  • Pensamientos autorreferenciales de cómo otros podrían verlo.
  • Toma de decisiones en torno a las necesidades de sí mismo.
  • Tendencia a la solución más cómoda para sí.

Como ingredientes extras, podrían mostrar:

  • Necesidad desmesurada de reconocimiento y admiración.
  • Sentimiento de superioridad. Verse a sí mismo como mejor, más valioso o más importante que los que tiene a su alrededor.
  • Sentido de derecho sobre los demás y las cosas en general. Se siente con prioridad y derecho a ciertos privilegios como justos.
  • Justifica la manipulación a los demás para conseguir lo que quiere.
  • Se comporta con arrogancia y de forma pretenciosa.
  • Preocupado por sueños de éxito, poder o belleza ilimitados.

Afrontarlos como PAS

Lo primero que le conviene al PAS es parar. Aceptar la realidad y dejarse ayudar por alguien de su plena confianza y con reconocida competencia.

Seguidamente, es imprescindible sanar las heridas del corazón, que no sólo la que ha causado la persona egocéntrica, sino todas aquellas que le deberían haber ayudado a madurar y no lo hicieron, o ella misma, por su alta sensibilidad mal gestionada, no haberse dejado ayudar por las personas que lo intentaron, y al contrario, malinterpretar o percibir de forma equivocada las ayudas recibidas.

Pero al mirar el pasado, no nos lamentamos, sencillamente lo aceptamos, caemos en la cuenta, nos arrepentimos del mal causado, pedimos perdón, renunciamos a todo aquello que nos pueda estar ocasionando mal y vamos cicatrizando las heridas.

Así vamos descubriendo los refugios en los que nos hemos protegido: amabilidad, sonrisa perpetua, dar la razón a todos, trabajar de forma abnegada, ayudar siempre que alguien lo solicita, complacer a todos o llegado un punto, el aislamiento, el móvil, el gym, o incluso los hijos o cualquier afición, adicción o convicción.

Lo importante es caer en la cuenta de los refugios para salir de ellos y regresar al «hogar interior» donde se encuentra la «Fuente» de nuestra originalidad, que saldrá a nuestro encuentro y juntos, la PAS queda conformada con su propia originalidad, dejando así, de conformarse con lo que el egocéntrico o cualquier otra persona le pedía. Se conforma con su Origen y así es su versión original.

Poco a poco, la persona así, no tanto haciendo, sino dejándose hacer por su Fuente de originalidad; la que le originó, como digo, la persona así se ha desencadenando de los hábitos de dependencia, de la necesidad de agradar, de quedar bien, de complacer a todos y uno queda liberado para el amor.

Así la persona liberada de todo egocentrismo y alocentrismo inmaduro (necesidad de darse a los demás incluso dañándose a sí mismo), está en condiciones de realizarse en un «nosotros sensible» con personas originales, que tal vez no sean perfectas, pero son auténticas. Y así, de error en error, de rectificación y reparación, las PAS van llegando a una vida apoteósica. La vida a la que estamos llamados desde el Origen.

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