Me dicen que soy PAS, que cómo sigo teniendo la duda: problemas en la piel (dermatitis, eccemas en las manos, mil tratamientos distintos para la piel y no mejora), odio tomar bebidas gaseosas porque me hacen efervescencia en la lengua, me molestan las etiquetas de la ropa y me salen rojeces, gran capacidad para darme cuenta de los estados de ánimo de los demás, gran capacidad de comprensión, increíble forma de darme cuenta de problemas y sucesos a mi alrededor desde que era pequeña… La verdad es que no tengo un diagnóstico claro. Nadie especializado me ha dicho que fuera PAS corroborando esto, pero no me extrañaría.
Me planteo cómo es el amor y ser altamente sensible. Pues no hay una forma estándar. Cada uno, con su forma de ser, de vivenciar, sus experiencias… puede explicar su visión. Sin embargo, si tuviera que decir algo que sí nos caracterizaría a todos es tener un corazón enorme. Un corazón expansivo que disfruta con los más ínfimos detalles y a los que hace daño cualquier mueca o mínima muestra de desprecio. Tenemos un corazón deseando dar amor y que lo acojan, pero si no es acogido, duele mucho y se encierra. Somos capaces de disfrutar de un paisaje bonito, los colores o de una empanadilla “roída” siempre y cuando estemos con la compañía adecuada y estemos haciendo felices a los demás. Sin embargo, podemos montarnos grandes viajes de lujo y disfrute y no disfrutar absolutamente nada porque eso te parece banal y no te llena nada.
Las PAS disfrutamos de conversaciones profundas, llenas de cariño, envueltas en sinceridad, claras y sin traición. Disfrutamos de un detalle que ha tenido la otra persona (por tonto que sea), de un beso, de una caricia… al máximo. Sin embargo, huimos de conversaciones en las que un móvil está delante, de gestos en los que importa más la cosa que la persona y de relaciones en las que uno se siente utilizado. Podríamos decir que una PAS “guarda todo en su corazón”. Todo lo vive y revive una y otra vez (tanto los detalles buenos como los malos) y lo hace con tal intensidad que podríamos decir que puede experimentar de nuevo lo que ha sentido aquella primera vez que vivió dicho acontecimiento.
Cuando un PAS se enamora, lo hace del mismo modo que cualquier otra persona, sin embargo, podríamos decir que vive las cosas de un modo más intenso e ilusionante. Recuerdo cuando mi marido y yo éramos novios y me entusiasmaba la idea de quedar con él. Me ponía nerviosa, deseaba que llegara la hora para verle, me ponía más mona… y esto no os creáis que me pasaba las primeras veces. Durante los tres años de noviazgo sentía ese mismo deseo e ilusión de quedar con él y disfrutar ese ratito de tarde que podíamos compartir. A veces era tomarnos un Nestea, otras pasear o ir al cine a ver una película en versión original (lo de la versión original la disfrutaba más él que yo, jaja). De igual modo os puedo decir ahora que llevamos casi seis años de matrimonio. Me sigue ilusionando verle entrar por la puerta de casa cuando llega de trabajar. ¡Ojalá esta emoción no se me pase nunca!
¿Sabéis qué otro aspecto nos encanta a las PAS poder saber en una relación de amor? Saber qué es lo que ha enamorado a la otra persona de ti. Saber en qué detalle o aspectos de ti se fijó para sentirse atraído y enamorarse de ti. ¿Será la sinceridad, será el optimismo, la inteligencia… o simplemente se habrá fijado en qué tipo tengo y si bailo bien? Obviamente, para una PAS, las dos últimas características no tienen ningún valor. Igualmente, cuando nos enamoramos, nos fijamos en detalles que nos complementan, que nos aportan y que admiramos de la otra persona: es una persona auténtica, es sincera, es trabajadora, disfruta dando tiempo a los demás, cuida mucho de su familia (padres, hermanos…), es detallista… Al final son detalles que yo creo que cualquier persona busca en una relación, pero que para una PAS es de vitalísima importancia, si no, no nos sentimos atraídas.